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El abandono de la educación nos lleva a un callejón sin salida

En setiembre de 2020, pleno auge de la pandemia, escribíamos en este espacio editorial:
“¿Qué quedará cuando la emergencia sanitaria sea levantada y las escuelas reabran sus puertas? Por el clima que se percibe a través de referentes del sistema educativo, no hay perspectivas a la vista de formar algo así como un super gabinete de crisis para evaluar daños, sopesar metodologías y planificar un 2021 dedicado a la resiliencia. ¿Nos estamos preparando para eso?”.

Dieciocho meses después, aunque la emergencia sanitaria no ha sido aún levantada, comprobamos que no nos hemos preparado con un equipo de crisis encargado de controlar daños y encarar las tareas más urgentes para el “post COVID 19”.

Y no estamos hablando de una reforma educativa, ni siquiera un programa a fondo de formación docente o profundización del equipamiento digital para el futuro inmediato. No, nada de eso. El Ministerio de Educación y Ciencias no ha sido capaz siquiera de aprovechar los establecimientos vacíos durante todo este tiempo para restaurarlos, reconstruirlos y, válganos el cielo por semejante pretensión, reemplazarlos por otros nuevos y más funcionales.

Pero claro, para eso hacen falta fondos frescos en una administración pública que desconoce por completo el concepto de mantenimiento de infraestructura, aunque es buena para repartir bonificaciones, triple aguinaldo, ayudas vacacionales y horas extras en cataratas.

No se ha visto al Ministro de Educación y equipo golpeando las puertas del Congreso con un plan de renovación de infraestructura escolar. Perdieron casi dos años papando moscas, tiempo que nunca podrá ser recuperado. Así que, ha llegado febrero con la consabida retahíla de títulos como “escuelas rancho”, “niños deberán estudiar a la intemperie”, “techos se caen a pedazos y amenazan la seguridad de maestros y escolares”, etc. etc. Es aburridor, repetitivo, cansador y explicativo de que no son este ministro ni aquel presidente los culpables únicos de este desastre educativo. Es producto de un abandono general de la educación pública como nunca antes ha ocurrido, con un riesgo añadido: si pudimos estar dos años sin clases, ¿a qué tanto barullo por unas tejas rotas o un baño sin agua?

Esta conducta suicida nos está llevando a un callejón sin salida. Once años para recuperarnos decíamos ayer. Si seguimos a este paso, ni con 20 lo lograremos.

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.

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