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Siete cosas que le duelen a un político

  1. La traición. Siempre es un acto alevoso, premeditado. El que traiciona tiene conciencia de ello.  Vulnera la confianza que se le dio. Hace a un lado la fidelidad prometida. Esa fidelidad que en política siempre es pasajera. Cometen traición quienes violan secretos. Los que se aprovechan de las vulnerabilidades de la amistad: la amistad que siempre  es tan relativa en política. Hay que desconfiar de los que más alardean con la lealtad.  Los leales más ostentosos son los que traicionan primero. 
  2. La ingratitud. Es el pecado que más duele. Porque muchas veces no se puede odiar a quien lo comete. Se trata de un familiar, un amigo o un aliado político. El ingrato tiene mala memoria. No recuerda lo que se hace por él. Lo minimiza, luego lo olvida. Hace como que no ve o no recuerda los favores recibidos. El mundo está lleno de políticos ingratos. Políticos que olvidaron quienes los ayudaron con su primera oportunidad y a quienes los ayudaron a crecer. 
  3. El olvido. Es uno de los sentimientos que más duelen. El político vive de la relevancia, de que le llamen, le busquen, le necesiten. Pero eso solo es cuando se tiene el poder. Cuando el poder se ha ido, viene inevitablemente el olvido. Ya no suena su teléfono, ya no lo procuran los amigos, ni algunos familiares. Todo lo que era ya no es. Los que sí nunca se olvidan de él, son sus enemigos. Esos siempre le recordarán sus errores y agravios. 
  4. La derrota. Nadie que sea un político de verdad, debe tener miedo a la derrota. Pero eso no le quita el dolor de perder. La derrota anida rencores, odios que no se van, frustraciones y en muchos casos, el deseo de venganza. El deseo de que le vaya mal a quien le derrotó. Pero la derrota en política es la gran prueba. Los que se levantan, están hechos para la política. Los que se quiebran con la derrota, no tienen nada que hacer en la política. 
  5. La burla pública. En la cruel realidad de la política, el político no tiene derecho al secreto ni a la vida privada. Todo se sabrá de él. Todo será motivo de burla. Sus palabras serán espulgadas con severidad. Sus acciones serán criticadas. También el traje que viste. Sus frivolidades y sus mentiras. La burla es la venganza de los que no son. Es el precio que paga el político por ser. La burla pública es un pantano inevitable. Y deja heridas para siempre. Nada puede borrarse del pasado. 
  6. El tiempo perdido. Un político no tiene tiempo para todo. Eso solo lo saben, quienes han ejercido el poder. Es frecuente que se olvide a los amigos. A los familiares. A quienes le ayudaron a llegar. El tiempo perdido en política no vuelve. Lo que no se hizo cuando se tenía el poder, ya no se hará. Cuando el político ve en su retrovisor, encuentra amigos que no ayudó, obras que no hizo, errores que no corrigió. Pero ya no hay remedio. 
  7. La injusticia. La política es injusta. Premia a muchos que sin gran esfuerzo llegan a los cargos. Esos cargos por lo que otros han luchado tanto y no llegan nunca. Nadie que conozca la política se dé por sorprendido que esto sea así. Nunca la política será justa. Simplemente porque nunca será justo este mundo. 
Guadalupe Robles
Guadalupe Robles
Gerente de Relaciones Institucionales del Grupo Debate. Politólogo por la UAM. Doctor en Derecho de la Información. Profesor-Investigador. Lector disperso.

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