viernes, noviembre 15, 2024
25.8 C
Asunción

Siete consejos para que el político no se enferme de poder

Por: Guadalupe Robles

1. Escuche a sus enemigos. Sus enemigos nunca le ocultarán a usted sus defectos. Ni su historia. Ni sus manías y sus pecados. Siempre le dirán a usted quién realmente es. Seguro exagerarán o mentirán. Pero también acertarán sobre usted. Escúchelos. Son importantes como referente. Representan además la competencia de sus aduladores.

2. Discuta con sus amigos de verdad. Los amigos de verdad son incómodos. No se andan por las ramas para decirle las cosas. No le mentirán cuando usted les pida su opinión sobre un asunto de Estado o sobre su persona. Ellos lo ubicarán para que no pierda el piso. No los evada. Recuerde que ellos estarán esperándole cuando el cargo y el poder se hayan ido.

3. Vaya a los estadios. Los estadios deportivos son los espacios donde usted mide el sentir de la gente. La masa no tiene filtros, ni cálculos interesados. Es una encuesta directa e inmediata. Veraz. Ahí sabrá qué tan polular es. Si el altavoz anuncia su presencia en el estadio, sucederán dos cosas: una gran rechifla y abucheo, o un silencio en el mejor de los casos. Las ovaciones en un estadio solo son para los elegidos.

4. Compárese con los grandes. Han existido en la historia grandes políticos. Grandes referentes que con el paso del tiempo se agigantan. Cuando usted se sienta un ser superior por el solo hecho de tener el poder, bien haría en compararse con los grandes de la política. Es un buen antídoto para la soberbia. Pero si usted piensa que está a la atura de ellos, entonces no tiene remedio.

5. Lea a sus críticos. Los malos asesores siempre recomiendan al político que no lea a sus críticos. Mal consejo. Es precisamente la crítica lo que hace que los gobiernos sean mejores. El político no debe encerrarse en una burbuja de cristal donde lo meten los que viven del halago. No se aísle. Enfrente la realidad leyendo a sus críticos.

6. Analice cuán soberbio es usted. La soberbia es una enfermedad moral. Hace ver al político mucho más virtuoso de lo que es. Y hace perder la cordura hasta los más sensatos. La soberbia es un pecado que viene con el poder. Unas preguntas para medir su grado de soberbia: ¿A quién escucha? ¿cuántos amigos ha olvidado? ¿cuánto tiempo se dedica a hablar de usted mismo?

7. Pregúntese si ha superado sus traumas. Todo político siempre tendrá traumas no superados. Usted es un ser humano como cualquiera. La conducta de usted tiene sus referentes en su vida. Hay traumas que el político nunca logra superar y que debiera. El complejo de superioridad, suele ser la cara oculta del complejo de inferioridad: el más recurrente de los complejos.

 

 

Guadalupe Robles
Guadalupe Robles
Gerente de Relaciones Institucionales del Grupo Debate. Politólogo por la UAM. Doctor en Derecho de la Información. Profesor-Investigador. Lector disperso.

Más del autor