José Luis Sorolla
Córdoba, 26 ago (EFE).- El pulso que mantienen por el maillot rojo el esloveno Primoz Roglic (Jumbo Visma) y el español Enric Mas (Movistar) es el que centra toda la atención en la 76 Vuelta a España.
De momento, el ex saltador de esquí es el que domina ese cara a cara con el mallorquín con un marcador que refleja un 2-0: maillots rojos en propiedad y victorias de etapa en esta edición.
También muestra el mismo resultado en cuanto a caídas se refiere y ese es un aspecto que, dado el año que lleva el esloveno, debería llamarle al menos a la reflexión.
Hasta ahora Mas está esquivando las desgracias de dar con sus huesos en el suelo y además ha sido el único capaz de intentar poner en entredicho el poderío y fortaleza de su rival.
El pasado marzo Primoz Roglic se dejó un triunfo que tenía prácticamente en el bolsillo en la última etapa de la Paris-Niza, disputada sobre 92,7 kilómetros entre Le-Plan-du-Var y Levens, con una doble caída en el transcurso de la etapa. El triunfo se le esfumó y fue a parar a manos del alemán Maximilian Schachmann (Bora).
Lejos de hundirse, sanó rápido de sus heridas y en menos de un mes se colocó el dorsal para estar en la salida de la Itzulia para hacerse con una ‘txapela’ muy cara de conquistar en lo que constituye diariamente un mini-Tour y cerró abril siendo segundo en muro de Huy.
En la Lieja-Bastoña-Lieja no pudo reeditar el triunfo de la temporada del coronavirus y ya fijó su mirada en tierras bretonas. La salida del Tour. El Tour y su maillot amarillo era su asignatura pendiente y quería sacar matrícula.
En la Grande Boucle, el esperado duelo entre eslovenos como revancha de lo acontecido en la edición del 2020 entre Roglic y Tadej Pogacar (UAE Emirates) se frustró a las primeras de cambio. Una dura caída en la tercera etapa terminó obligando a Roglic a abandonar seis días después.
A partir de ahí puso la mirada en la Vuelta, una carrera en la que ya ha conquistado dos maillots rojos consecutivos, no sin sufrimiento, en busca del tercero. La oportunidad de igualar al suizo Tony Rominger (1992, 1993 y 1994) y al español Roberto Heras (2003, 2004 y 2005) está ahí.
Hoy camino de Córdoba, a 54 kilómetros de meta, Roglic ha sufrido su segunda caída en la carrera española. La anterior fue este mismo lunes, dos días antes, en la bajada del complicado puerto de Almáchar en dirección al Rincón de la Victoria. En la subida trató de poner contra las cuerdas a sus rivales con un ataque sorpresa y cruzó la meta de la mano con ellos.
En ambas ocasiones, al menos en apariencia, solo ha sufrido rasguños también conocidos en el argot ciclista como «chapa y pintura».
Roglic lo dejó claro en inglés, aunque ni siquiera precisa traducción, en la llegada a la localidad malagueña: «No risk, no glory».
El telefónico Enric Mas no se escondió a pesar de verse superado en la durísima llegada de Valdepeñas de Jaén para afirmar que se ve «en lo más alto» de su carrera deportiva. Está a la espera de que se le presente la oportunidad. Ya lo ha intentado sin suerte, pero sigue estando dispuesto a volver a poner a prueba a su rival.
Mas sigue soñando en rojo, un maillot que todavía no ha podido lucir, pero lo tiene entre ceja y ceja y va a por ello. Oportunidades no le van a faltar y si Roglic tiene cualquier duda la aprovechará. El 2018 acabó segundo en la general y lo acarició en su mejor actuación hasta la fecha y en 2021 quiere superarla.
Los dos triunfos de Roglic en la Vuelta no han estado exentos de sufrimiento para él en los días finales. La Vuelta está todavía en su segunda semana con dos exámenes montañosos muy exigentes por delante, además de una durísima semana final. Serán cinco días consecutivos de la máxima exigencia en los que la más mínima debilidad se pagará cara.
