viernes, abril 25

Relaciones parasociales / Félix Martín Giménez Barrios

Mecanismos de escapes hay muchos y hoy día con la era digital, gracias a las redes
sociales y la cultura popular, podemos conectarnos más que en ningún otro momento
de la historia, con figuras públicas o celebridades. Seguramente que ustedes al igual
que yo, alguna vez pensaron que su estrella o ídolo, se preocupa por tu bienestar y
confía en tu persona ¿Quién no ha imaginado que existe aceptación y entendimiento
por parte de alguien al que admiran profundamente?

Resulta que ese fenómeno tiene un nombre que quizá no muchos conozcan, las
denominadas como “relaciones parasociales”. también llamada interacción parasocial,
básicamente se refiere a un tipo de relación psicológica o vinculo emocional que se
establece con sujetos que uno no conoce personalmente. Esto puede ir desde la
admiración a un actor o actriz, a un cantante, algún deportista, escritores y políticos e
incluso podría abarcar la identificación con personajes ficticios.

A primera impresión, cualquiera puede pensar que estas relaciones o vínculos son
hasta normales e inofensivas, cuando en realidad podrían resultar sin que nos demos
cuenta en un impacto negativo no solo en la percepción de la realidad sino también en
nuestra autoestima y relaciones con gente que si conocemos. Quizá el peligro más
preocupante de las relaciones parasociales es la idealización, creando una imagen
perfecta y sin defectos de esa persona, famoso o famosa que admiramos por la razón
que sea.

El concepto de relaciones parasociales fue dado a conocer en 1956 por los
investigadores estadounidenses, el antropólogo Donald Horton y el sociólogo Richard
Wohl, en un estudio acerca de la influencia de los medios de comunicación. Desde
entonces, distintos psicólogos han estudiado como es que la cultura popular tiende a
crear dependencia emocional de toda figura idealizada, empezando uno a creer que
conoce realmente a alguien que es famoso hasta el punto de pensar que es su amigo.

Al final, las relaciones parasociales no son nada más que un mecanismo de escape
para olvidarse del estrés de la vida real. Si no abordamos este asunto de manera
critica y consciente, corremos peligro de seguir poniendo en un altar a gente que ni
sabe de nuestra existencia. Hay que reconocer los peligros de idealizar a alguien, se lo
conozca en persona o no. Debemos empezar a ver interés en nosotros mismos sin
necesidad de desconocidos que se muestren amigables con falsas interacciones.