Las tareas de investigaciones policiales en nuestro país dejan mucho que desear.
El hecho de que una persona haya tenido que ser desenterrada para comprobar que no había muerto por haber ingerido un aparato de vapeador que le explotó en el pecho, sino que fue el disparo de un arma, nos demuestra que muchas personas en este país pueden estar pasando por la mismas circunstancias; enterrados por crímenes de otro tipo con lo que fueron calificados al fallecer.
Requerimos una policía que realice la tarea de forma eficaz en circunstancias como éstas. El entierro de alguien por una circunstancia y hecho que ha sido incluso refrendado por actores sanitarios y fiscales, nos demuestra que todo el sistema, en realidad, no es riguroso cuando se trata de una circunstancia como esta.
La muerte es un caso grave y más todavía cuando está rodeado de circunstancias como estas.
Decididamente requerimos una policía mucho más eficaz, una fiscalía más profesional y unos encargados de nuestros lugares de salud pública que sean también iguales a lo que reclamamos de los dos anteriore.