Los políticos exigen dinero público pero no explican cómo lo gastan.
Es muy conmovedor escuchar a los políticos defender con uñas y dientes los subsidios del Estado a los partidos políticos. Tienen un buen argumento: ese dinero impedirá que los partidos dependan de aportantes privados que luego apretarán a presidentes, legisladores y concejales para que operen a favor de sus intereses. Razonable… si no fuera una falacia grande como una catedral.
Los políticos embolsillan para cada elección un montón de dinero público (Gs. 123.000 millones sólo para los comicios de 2018) pero a la vez siguen recibiendo aportes, contribuciones y “donaciones” privadas. Lo demuestran las rendiciones de cuentas sobre las cuales la Contraloría General de la República ha formulado un montón de resalvas sobre la desprolijidad -para ser amables- de los informes de gastos.
Veamos. En noviembre de 2019, la CGR remitió al presidente del TSJE, Jaime Bestard, un informe en el cual señalaba que los gastos declarados por partidos, movimientos, etc. beneficiados con gruesas entregas de dinero, “no se hallan discriminados por fuente de financiamiento ni si son aportes privados o públicos”. Tampoco se identifican las cuentas habilitadas para los depósitos de campaña. La contabilidad no discrimina qué dinero es del subsidio estatal y cual corresponde a aportes privados. Finalmente, muchos legajos son incluidos en forma desordenada, lo cual imposibilita imputar gastos con claridad y, mucho menos, saber si el dinero proviene de fuente estatal (subsidio) o aportantes privados. Y vale la reiteración para que quede claro el concepto. La contraloría recuerda que esas mismas irregularidades se observaron en la rendición de gastos en las elecciones municipales de 2015. Dos elecciones y el “desorden” continúa.
Ante semejantes argumentos, ¿Qué nos permitiría pensar que la rendición de cuentas sobre las municipales pasadas serán diferentes? Porque el 9 de noviembre venció el plazo para presentar los papeles y el 9 de diciembre, su reiteración. ¿Y? Sin novedad en el frente.
Confunden los papeles, camuflan las cuentas bancarias, ponen todo en una misma bolsa. Si eso no es borrar el rastro para evitar la identificación de ciertos “aportantes privados”, le pega en el palo.
Cuando los señores políticos aprendan a explicar, con papeles y a la luz del día, lo que hacen con el dinero de los contribuyentes, se ganarán el derecho a exigirlo.
Por ahora, no lo tienen.