Comente menos y haga más, Sr. Abdo Benítez
Fue un lapsus linguae, interpretaron mal lo que dijo… Todo eso, y mucho más, podría aplicarse a las expresiones del Presidente de la República cuando dijo que el sicariato es algo con lo que “tenemos que lidiar día a día”… Ahora, si tomamos literalmente sus dichos, hay un grueso error de contexto. Tal vez él aborde los asesinatos por encargo como un problema de seguridad pública a tratar en alguna mesa de trabajo. Pero el que se ve dia a día frente al sicariato es el ciudadano común que, sin saberlo, puede estar codo a codo con alguien a quien la mafia le ha “tirado un contrato encima” y, en consecuencia, caer en la rodada por esa simple proximidad. Tan es así que los investigadores del homicidio de San Bernardino están evaluando la posibilidad de que una misma bala haya alcanzado a dos personas, cosa no del todo imposible dado el apretujamiento al que la gente se somete durante un recital multitudinario. Si el Presidente ve en ese hecho que estremeció a todo el país un “día a día”, estamos en serios problemas.
Aparte de su enfoque descontextualizado, el señor Abdo Benítez se puso a la cabeza de esos colaboradores suyos que han abrazado una profesión que no les corresponde, por lo menos mientras sigan al servicio del Estado: comentaristas de la realidad.
Citábamos ayer el ejemplo de la rana en agua fría que va calentándose paulatinamente. ¿Será que el Presidente de la República se está acostumbrando a los escenarios rojos y al agua hirviendo? Creemos que la ciudadanía que lo votó -y también la que no lo votó pero lo acepta como debe ser en una República- no lo hizo para que nos mantenga en el “día a día” del narcotráfico que rompe los mamparos de ese gran buque llamado Estado y amenaza con hundirlo inexorablemente.
El país se merece un presidente que haga algo más que asistir a inauguraciones y discursear vía zoom ante absurdos organismos internacionales, Prosur por ejemplo. Lo queremos encabezando un equipo proactivo, preocupado y al frente de iniciativas que apunten a sanear la función pública de la corrupción y la creciente penetración del poder narco en el Estado. Que la Policía Nacional tenga un departamento de informática hackeado por sus propios operadores es de terror y marca el grado y profundidad de la corrupción imperante.
Comente menos y haga más, Sr. Presidente.