@paovaccotti Consultora. Políticas sociales, cooperación y desarrollo.
En los últimos años ha ido tomando relevancia a nivel local el Paro Internacional de Mujeres que se realiza cada 8 de marzo en conmemoración del Día Internacional de la Mujer. Ese día se generan diferentes actividades, siendo la más convocante la marcha de mujeres que este año partirá desde la Plaza de la Democracia. La marcha es una manifestación colectiva donde coincidimos mujeres diversas en cuanto a formación, procedencia, edad, profesión y tantas otras diversidades, pero que encontramos un punto común que es el de hacernos notar, sentirnos acompañadas y fortalecidas solidariamente, sabiendo que ninguna está sola en su lucha personal que en ese momento se vuelve colectiva.
Este año el lema es: “Insistimos! Nuestro trabajo vale” y esto lleva a pensar en el estudio realizado por la GIZ y el Ministerio de la Mujer en 2018, que evidencia los costos de la violencia contra las mujeres en Paraguay. Este estudio determinó que 36 de cada 100 mujeres paraguayas sufre violencia que genera costos asociados a las ausencias o bajo desempeño por esa causa, que en un 48% son asumidos por las propias mujeres, sus hogares y sus microemprendimientos; 38% son asumidos por las empresas medianas y grandes y el 13.7% por el Estado. El cálculo alcanza 1.450,6 millones de dólares americanos, equivalentes a un 5,12% del PIB. Asimismo, la Encuesta Permanente de Hogares de 2016 mostró que la brecha salarial entre hombres y mujeres se amplía cuando se comparan los altos cargos, tanto en el sector público como en el privado. En promedio, los hombres con cargos directivos ganan G. 2.050.000 más que sus pares mujeres por el mismo trabajo.
Existe también un cúmulo de trabajos que recaen en mujeres y que no están visibilizados por darse en el entorno familiar. En 2018 la Encuesta del Uso del Tiempo realizada por la DGEEC evidenció que en Paraguay las mujeres dedican 12,6 horas semanales a trabajos no remunerados (tareas domésticas) y esto más allá de que tengan ocupaciones fuera del hogar y sin contar el tiempo dedicado al cuidado de niños, personas mayores o con necesidades especiales a su cargo o que residen en el hogar; mientras que los hombres ocupan sólo 5,3 horas en tareas del hogar.
El año pasado se obtuvo una gran conquista con la promulgación de la ley que equipara el salario de las trabajadoras domésticas al salario mínimo para toda actividad y este avance debe servir de ejemplo que muestra la importancia de conocer nuestros derechos, de buscar puntos de coincidencia y organizarse de manera planificada para la incidencia. Los próximos pasos deberían apuntar a generar normativa que invierta fondos en temas como la discriminación, las políticas de cuidado y protección, para educar a las actuales y nuevas generaciones en cultura de paz, respeto y convivencia.