En el último informe publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), denominado “Repercusiones en América Latina y el Caribe de la guerra en Ucrania: ¿cómo enfrentar esta nueva crisis?», se alertó sobre el aumento de la pobreza monetaria, que pasaría de 29,8% a 33,7% en 2022, mientras que la pobreza extrema subiría de 10,4% a 14,9% este año, especialmente en Paraguay y otras naciones como México y Brasil.
En ese sentido, el análisis de Cepal reveló que unas 7,8 millones de personas en América Latina y el Caribe están en crisis debido a la inflación y la desaceleración del crecimiento económico. Tras la pandemia y el surgimiento del conflicto entre Rusia y Ucrania, millones de latinoamericanos están en riesgo de caer en inseguridad alimentaria.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señala que la inseguridad alimentaria supone para una persona el riesgo de no acceder a alimentos suficientes, inocuos y nutritivos que logren satisfacer sus necesidades energéticas diarias y preferencias alimentarias para llevar una vida activa y sana.
EVOLUCIÓN DE LA POBREZA
Iván Ojeda, titular del Instituto Nacional de Estadística (INE), señaló respecto al comportamiento de la pobreza en Paraguay que desde el 2016 los índices de necesidad venían disminuyendo hasta que ingresó la pandemia.
“Entre el 2016 y el 2018, la pobreza extrema bajó del 5,7% al 3,9%, cifra en la que se mantiene este indicador actualmente. Son 283.000 los paraguayos afectados por la pobreza extrema, que en la zona urbana no llegan a G. 10.000 por día y en la zona rural no alcanzan a percibir G. 9.500”; detalló.
En relación a la pobreza total, durante el 2016 este indicador ascendió a 26,4%, pero en el 2019 descendió al 23%. No obstante, con el ingreso de la pandemia, este porcentaje se volvió a incrementar y alcanzó 26, 9%, cifra en el que se mantiene en la actualidad.
El titular del INE destacó que programas como Pytyvõ, Ñangareko, la pensión para Adultos Mayores y Tekoporã lograron “evitar” que alrededor de 500.000 personas ingresen a la franja de la extrema pobreza.
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URGEN POLÍTICAS PÚBLICAS
La economista Verónica Serafini había señalado a El Independiente que la reducción de la pobreza requiere de medidas de corto y largo plazo, diferenciadas por edad y sexo.
“En primer lugar se debe garantizar que el 100% de los niños, niñas y adolescentes cuenten con ingresos que les permitan llevar una vida digna, mantenerse en la escuela, recibir atención a la salud, estar libres de trabajo infantil y de violencia. Solo de esa manera podrán escapar de la trampa en la que están hoy. En el caso de las personas adultas se requieren empleos que garanticen ingresos y seguridad social”, había expresado.
En esta misma línea, la profesional había añadido que se deben fortalecer las fiscalizaciones para reducir la evasión, impulsar la agricultura familiar e implementar mejores políticas para las micro, pequeñas y medianas empresas.
“Todo esto con enfoque de género. Casi la mitad de las mujeres no cuenta con un empleo remunerado. Lastimosamente, están condenadas a la pobreza y a la dependencia”, había indicado.
Además, Serafini había recalcado que se debe iniciar de manera urgente con la introducción de políticas públicas integrales y de amplia cobertura, “universalizando” programas existentes como Tekoporã.
“Esta clase de programas deben universalizarse y se les debe integrar aspectos como la salud y la educación. Sin estos derechos no son universales, no hay ninguna posibilidad de reducir la pobreza a largo plazo”, concluyó.