El suicidio es una triste decisión que lleva a cabo una persona apesadumbrada, posiblemente cansada y desesperanzada. Hablar, acompañar a alguna persona durante un mal momento y saber escuchar, aunque no dimensionemos, esto puede salvar la vida a más de uno que se encuentre en un vacío interminable.
Como forma de concientización ante los casos de suicidio, este mes es denominado septiembre amarillo. El origen data cuando un 10 de septiembre de 1994, Mike Emme se suicidó cuando apenas tenía 17 años.
El joven estaba fascinado con su mustang amarillo y por eso sus amigos se encargaron de difundir tarjetas con ese color, que manifestaban: “pide ayuda si lo necesitas”.
Esa simple frase, repleta de tanta carga valorativa, puede aplicarse a diversos momentos de la vida y, así mismo, representa un soplo esperanzador para todo aquel que necesite un poco de acompañamiento dentro de su cúmulo de emociones negativas.
Así, la OMS definió el 10 de septiembre como el Día Internacional para la Prevención del Suicidio, eligiendo el amarillo para representar la fecha. Sin embargo, esto tuvo tanto impacto que todo el mes se tiñe de ese color, para conmemorar los casos de todos los chicos que, como Mike, no supieron con quién hablar y se ahogaron en su propia pena.
FACTORES A TENER EN CUENTA
“Que un joven piense en suicidio es que ya lo ha considerado como una alternativa, muchas veces porque no soporta una situación específica que está viviendo”, argumentó la psicóloga Macarena Gauto, especialista infantojuvenil.
La licenciada mencionó que la depresión, una situación de violencia, y los abusos, forman solo algunas de las razones por las que alguien podría tomar la decisión tan extrema de quitarse la vida.
“Aquí los padres juegan un rol clave; lo ideal es que sepan observar y analizar la situación por la que están atravesando sus hijos, cómo se sienten y la manera en que se desarrollan”, destacó Gauto.
Igualmente, la licenciada agregó que la presión ejercida por los padres a sus hijos para que se destaquen en ciertas actividades puede llevar a sentamientos autodestructivos en un futuro y probablemente posibilite una tendencia a lastimarse a sí mismo y luego desear quitarse la vida.
ACUDIR A UN PROFESIONAL
“Uno de los detonantes más importantes es la desesperanza. Si un joven se encuentra en una situación problemática y percibe que no hay una salida para su sufrimiento, es posible que considere el suicidio como una especie de escapatoria”, definió Gerónimo Codas, máster en Psicología Clínica.
De este modo, el profesional alentó a realizar visitas al psicólogo a la menor sensación de incomodidad. Mencionó que, si bien poco a poco se están dejando de lado muchos estigmas y prejuicios relacionados a las consultas, potenciar esta costumbre en niños y jóvenes es esencial para su posterior desarrollo.
“Yo creo que la importancia de la salud mental no escapa a nadie por una sencilla razón: nadie quiere sufrir, ni pasar mal. Si bien las emociones desagradables son una parte de la vida y también nos enriquecen, se vuelven problemáticas cuando dominan nuestra vida y nos ponen trabas y limitaciones”, acotó Codas.
El especialista manifestó que la acción clave es informar y, sobre todo, hacerlo responsablemente. Derribar mitos sobre el suicidio, que la gente aprenda a detectar señales de alarma en sus familiares y amigos, difundir datos sobre servicios de prevención, fomentar y normalizar el uso de esos servicios, etc.
Los diferentes abordajes a temas de salud mental resultan esenciales no solo para mejorar los días de quien lo necesita, sino también para evitar extremos tan fatales que terminen por acabar con una vida. Tiñámonos de amarillo y sepamos cómo brindar la ayuda necesaria a ese ser agotado y hastiado emocionalmente.