Pongamos antes en claro que Jair Bolsonaro y su coalición perdió la presidencia de Brasil, por un margen muy ajustado… pero perdió. Luiz Inacio “Lula” da Silva gobernará Brasil hasta 2027. Pero a partir de allí, hay indicadores que van describiendo cómo se repartirá el poder en el Congreso federal, en las gobernaciones y en los municipios.
Primero, el excapitán de paracaidistas logró achicar dramáticamente la brecha originada en la primera vuelta. Del 43,2% de los votos obtenidos en esa instancia pasó al 49,1% del domingo 30. El envión fue drástico pero no alcanzó para la presidencia aunque sí dejó un mapa electoral muy teñido de azul en el centro y sur del país, en tanto que el rojo de Lula colorea el norte, nordeste y parte del centro este con el estado de Minas Geraes al frente.
En el Congreso federal, la concertación conservadora-ultraderechista de Bolsonaro se hizo con la mayoría tanto en Diputados como en Senadores. Lo que en la jerga parlamentaria de Brasilia se denomina “centrao” o centrón, acumula 246 curules, 99 de ellos de exclusiva pertenencia del PL bolsonarista. El PT de Lula ha visto reducida su representación a 80 bancas y no le alcanza su alianza con otras representaciones parlamentarias para oponerse a la marea azul. Lo mismo ocurre en el Senado federal, que el 30 de octubre puso en danza 27 de sus 81 bancas, quedándose Bolsonaro con 19 de ellas. Este no es un dato menor. La presidencia de Diputados quedaría en manos bolsonaristas, lo mismo que las comisiones que determinan el presupuesto federal anual y con capacidad autónoma para aprobar o rechazar proyectos enviados por el Poder Ejecutivo. La misma perspectiva se vislumbra en el Senado.
Finalmente, Bolsonaro triunfó en los ocho estados de mayor potencia económica del país, comenzando por Sao Paulo que explica el 31% del PIB brasileño. Le siguen Rio de Janeiro, Rio Grande do Sul, Paraná, Santa Catarina, Matto Grosso, Matto Grosso do Sul y el Distrito Federal con su PIB per cápita equivalene al de Arabia Saudita.
Lula deberá gobernar con pie de plomo y él lo sabe. Por eso llamó a una gran concertación multi representativa. Cualquier traspié de importancia podría llevarlo a un juicio político. Bolsonaro dispone de suficiente poder de fuego para ello y no dudará en emplearlo si se presenta la ocasión. Este panorama nos invita a pensar si, en realidad, Jair Bolsonaro perdió la elección.
