Dicen que en la Comisión de Pueblos Indígenas del Senado están muy preocupados por el “abandono total y muy fuerte” de comunidades nativas. Para buscar un remedio a esta situación, algunos honorables se van a reunir con representantes del Instituto Paraguayo del Indígena. Valiente forma de perder el tiempo, teniendo en cuenta que el INDI no ha servido para nada a lo largo de su historia como ente supuestamente dedicado a “propiciar la participación indígena en todos los ámbitos del Estado Paraguayo y la sociedad”, siendo una oficina absolutamente incapaz de “cumplir, garantizar y velar por el fiel cumplimiento de los derechos indígenas”. Por su presidencia han desfilado un montón de improvisados, uno peor que otro, quedando la institución al garete y por completo desacreditada entre las propias etnias nativas.
Las comunidades que han salido adelante lo han hecho por autogestión y con apoyo de entidades jprivadas. Hay ejemplos notables.
La Comunidad Indígena Kambay, de la etnia mby’a guaraní de Caaguazú, se dedica a la agricultura, la ganadería, la apicultura y la piscicultura. Mediante donantes privados y trabajo asociado de la ARP, construyeron el Hospital Escuela Indígena Tesairá Rekavo, equipado con lo mejor, sobre todo en la atención perinatal.
La Comunidad Aché de Puerto Barra, Alto Paraná, entró a la agricultura tecnificada cultivando soja, maíz y trigo; disponen además de un tambo mecanizado y cría de cerdos para consumo y venta.
En el Chaco, la Comunidad Santa Teresita, guaraní ñandeva, se ha organizado para producir artesanía y presentarla en ferias en todo el país, contando con un pabellón construido con apoyo del Instituto Paraguayo de Artesanía.
No lejos de allí, la Comunidad Multicultural Yalve Sanga no cesa de crecer, con ciclo escolar completo, hospital, cooperativa y producción todo el año. Aquí, la Asociación de Servicios de Cooperación Indígena de las colonias menonitas lleva años acompañando el desarrollo de los pueblos que componen la comunidad.
Si los senadores están preocupados por el “abandono total de pueblos originarios”, ensucien un poco sus zapatos y vayan a ver cómo funcionan estas comunidades y muchas otras que han salido adelante con apoyo directo del sector privado.
Hablar con el INDI es perder tiempo y dinero. Harían muy bien en proponer su cierre.
