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Paulo Guedes metió la pata

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El exabrupto del ministro de Economía de Brasil Paulo Guedes sobre el Paraguay, revela la rabia contenida de un economista que no ha podido encajar su modelo dentro de un gobierno de tono ultraconservador como el de Bolsonaro. Guedes, formado al estilo de los Chicago boys de Milton Friedman, defiende una reforma tributaria que acabe con las exenciones y exoneraciones impositivas que desangran la economía brasileña en US$ 55.000 millones anuales y que ponga fin a los litigios tributarios que perforan el tesoro público.

En esa línea, Guedes empujó la creación de un nuevo tributo a las transacciones financieras que, según él, permitiría reducir el impacto del impuesto a la renta y al valor agregado. Eran los días en que Bolsonaro se restablecía de una operación y quien desde la cama hospitalaria llamó al ministro para ordenarle detener el proyecto.

Guedes sostiene que la política tributaria brasileña es la peor traba para la expansión. Argumenta que la centralización de recursos y de poder acaba corrompiendo la política y estancando la economía. Es, asegura, un Estado que interfiere en todo, interviene en todo, pero entrega un mínimo de servicio con un máximo consumo de recursos. En ese punto, el economista puso de ejemplo al Paraguay, que con una inteligente política tributaria atrae masivamente a brasileños a instalar industrias y dedicarse a la producción agropecuaria.

En ese punto, el ministro se pasó de la raya con una figura retórica ofensiva y de pésimo gusto: Paraguay, dijo, es el estado brasileño más rico y con impuestos mas bajos. Su desesperada necesidad de citar ejemplos prácticos de su teoría lo llevó a meter la pata. La expresión está a tono con ciertos enclaves retrógradas y nostálgicos del imperio a quienes gustaría extender la frontera oeste y engullirse el rico territorio paraguayo. Tal vez el ministro sólo haya querido ser sarcástico pero debió pensar antes que aún hay heridas del pasado muy a flor de piel. Quizá sea una eminencia en economía, pero políticamente es un dinosaurio.

Desde hace más de medio siglo los brasileños vienen al Paraguay a trabajar y a prosperar y está claro que lo hacen para aprovechar las condiciones ventajosas, con respecto a su país de origen, que ofrece el Paraguay. También es cierto que su impronta es visible, muy potente y con valores y tradiciones que se destacan con mucha fuerza. Pero con una característica: muchos de esos inmigrantes van por la segunda y hasta tercera generación nacida bajo el pabellón paraguayo, adoptado la lengua (muchas veces el guaraní antes del castellano) e integrado a una economía potente que marca presencia a nivel global.

Mal que le pese a don Guedes, el Paraguay seguirá siendo un país soberano, engrandecido por su origen y enriquecido por los extranjeros que tomaron la alternativa de vivir y progresar en su territorio.

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.

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