La pregunta no es gratuita. Responde a una realidad palpable. En el pasado, el Banco Nacional de Fomento ha sufrido golpe tras golpe en su patrimonio, que aunque no lograron fundirlo definitivamente, sí lo dejaron tambaleando por años. Los frustrados victimarios han echado mano a diversos recursos para trasegar capital del banco a bolsillos personales protagonizando historias de las más variadas.
La penúltima ha sido pergeñada por una legisladora de gran creatividad y cuya imaginación la ha llevado a vagar por la estratósfera en donde, como se sabe, no abunda el oxígeno, elemento imprescindible para pensar con claridad y actuar en consecuencia. La señora pensó que sería buena idea proponer que el BNF libre una línea especial de créditos mediante la cual los paraguayos podamos viajar a Miami, y mientras recorremos una “grocery” -autoservicio sería aquí- nos aplicamos una Pfizer, Moderna o Johnson -a elección- para librarnos del coronavirus que nos tiene a los pedos desde principios del año pasado.
Huelga decir que es un tiro por elevación contra el Gobierno. En castellano significa: “Eh, Marito, ya que no sabés cómo vacunar a la gente en el país, por lo menos abrí la caja del BNF para que podamos ir a vacunarnos a un lugar en donde sí saben cómo hacerlo. No me quiero morir haciendo cola en un hospital repleto y esperando que te decidas a traer vacunas para todos y todas”, etc.etc…
Aunque la conclusión sea de manual, la diremos de todos modos. Si tal delirio saliera del mundo de la fantasía y se convirtiera en realidad -en el Paraguay de hoy todo es posible- el BNF quebraría en un año víctima de una morosidad inabordable. Porque, de cajón, nadie pagaría semejante “crédito”, que sería tomado como un resarcimiento por el fracaso absoluto de la campaña sanitaria que ya va por los 8.200 muertos.
Al BNF no lograron matarlo los créditos perdidos en el Plan del Trigo de los ’70, con paniaguados del poder que sacaban montos millonarios para sembrar trigo y luego lo desviaban a la bicicleta financiera en tiempos del dólar con cambio fijo. Tampoco pudieron hacerlo los empresarios del transporte público que se fumaron más de US$ 80 millones presuntamente usados para renovar la flota y que el BNF se vio en figurillas para recuperar.
Así que no va a ser el desvarío de una pintoresca legisladora el que logre lo que “la pesada” de las estafas no pudo perpetrar en el pasado.