Ser médico es sinónimo de entrega, sacrificio y de renuncias en el ámbito personal. Los galenos tienen el privilegio de poder salvar vidas humanas y sobre sus hombros recae el sentir de cientos de familias.
El 7 de marzo de este año se confirmaba el primer caso de coronavirus en Paraguay. El país entero quedó confinado durante meses y la incertidumbre llegó hasta los profesionales de blanco, quienes estuvieron en la trinchera de batalla contra un enemigo que desconocían.
Muchos, desprovistos de insumos, llegaron a enfermarse, y algunos hasta perdieron la vida. Su salud mental fue afectada, renunciaron a estar cerca de sus seres queridos, e incluso pasaban horas sin comer, ni beber agua, ni siquiera ir al baño, por auxiliar a las personas con el virus.
Cada 3 de diciembre se conmemora el Día Internacional del Médico, recordando así el nacimiento del Dr. Carlos J. Finlay (1853-1915), médico cubano que descubrió el agente transmisor de la fiebre amarilla. En este 2020 se hace más que importante hablar de los desafíos que han vivido durante todo este tiempo, víctimas de un sistema de salud precario, así como homenajear una labor tan humana.
El Dr. Jorge Giubi, director General Asistencial del Hospital de Clínicas, recordó que en los primeros meses de la pandemia el miedo les invadió, pero se fortalecieron para cumplir sus funciones. Señaló la necesidad de que el médico esté bien protegido y cuidado porque eso garantiza la continuidad de los servicios de salud.
“Si un terapista se enferma es imposible reemplazarle. Hoy tenemos una ocupación del 100% en las áreas de contingencia, dan alta e ingresan más personas, hicimos una reingeniería del sistema de atención para manejar los casos en forma segura. Tenemos insumos, gracias a Dios, porque contamos con el apoyo de muchas empresas y ciudadanos que entendieron nuestras necesidades y nos donaron insumos”, afirmó el doctor.
Agregó que en un principio hubo muchas dificultades respecto a la provisión de equipos de bioseguridad por parte del Ministerio de Salud, pero ya está todo regulado. “El valor máximo de una institución son sus recursos humanos, que a pesar de todo dan de sí para el paciente. Hoy contamos con 2.000 médicos en las áreas docentes y asistenciales. Como no tuvimos clases, los docentes volcaron su horario a la asistencia, trabajamos por equipos e hicimos una reingeniería”.
También agradeció a todos sus colegas por la entrega en el día a día, por soportar los momentos de dificultades y las carencias. “Solo me queda agradecer el empeño que pusieron de seguir adelante a pesar de todo. Muchos galenos fallecieron cumpliendo con sus labores y es justo recordarlos, así como también a todos los familiares que sufren nuestra ausencia diaria, pues el profesional de blanco sacrifica mucho tiempo de su vida familiar y social”, señaló Giubi.
EL MAYOR PREMIO
Para el Dr. Hernán Martínez, director general de Desarrollo de Servicios y Redes de Salud, del Ministerio de Salud Pública, el único premio que lo llena como médico es la satisfacción de ver a los pacientes recuperados. A su entender, el ser médico es un privilegio, es dibujar una sonrisa en el rostro de un paciente.
“No tenemos a veces la oportunidad de estar con nuestras familias, yo pase muchas navidades y año nuevo sin verlos. Mis hijos crecieron cuidados por gente extraña porque yo estaba de guardia y es incalculable el sacrificio. Quien realmente quiere ser médico es una especie de apostolado que hacemos”, mencionó.
Continuó diciendo que tienen miedos, sueños y esperanzas, que los médicos son tan seres humanos como el resto, solamente que fueron entrenados para manejar una maquinaria casi perfecta, muy difícil de entender y deben tener un margen de error casi 0, porque si se equivocan se pierde una vida humana.
“Hemos aprendido mucho este 2020 y quiero valorar a los colegas que están en las trincheras, a los que no les importó perder la vida para salvar la de otros seres humanos. Desde el Ministerio vamos a seguir golpeando puertas y mesas de reuniones para dotar al médico de todo lo que se pueda, yo sé que es una quimera, una utopía, que tengamos todo porque la salud pública exige más tecnología y cuesta mucho dinero, pero quiero dejar un mensaje a los médicos jóvenes, el que estudia medicina tiene que darse cuenta de que va a vivir al servicio de otra persona, que muchas veces tiene que dejar a su hijo enfermo por cuidar un extraño”, refirió el profesional.
EL GRAN DÉFICIT
Para la Dra. Gloria Meza, presidenta del Círculo Paraguayo de Médicos, no hay nada que festejar este 2020, ya que esta pandemia ha hecho conocer a los compatriotas el gran déficit del sistema sanitario en el cual venían desenvolviéndose desde hace décadas, con una muy precaria situación laboral.
Felicitó a todo el equipo del personal de blanco en los hospitales porque ellos son los únicos que en este país han hecho bien su tarea. “Nos sentimos motivados por los aplausos espontáneos de la gente, pero valoramos más a quienes siguen el protocolo sanitario y el distanciamiento social para cuidarse y cuidarnos”.
Dijo que más de 5.000 personas del sistema hospitalario se vieron afectadas, contagiadas y hubiera sido más si no hubiesen adquirido su propio equipamiento, habiendo desnudado la ineptitud de las instituciones del sistema sanitario que no proveyó los recursos en tiempo y forma para la seguridad del personal de blanco.
En la celebración de su día, exigió a las autoridades cabezas de las instituciones del área de salud y a los políticos, que se creen y establezcan nuevas políticas de estado en materia de salud, y se termine para siempre con el desfinanciamiento crónico del sector y la improvisación permanente.
Repudió las políticas públicas que durante décadas han llevado a la sociedad a los mayores límites de pobreza, indigencia y desigualdad y más enfermedad, sumergiéndonos en el atraso. “Agradecemos a nuestras familias por la tolerancia y pedimos disculpas por nuestras ausencias, riesgo de la convivencia y por aportar salarios que a veces están por debajo de la línea de pobreza. Siempre vamos a denunciar la injusticia y todo lo que ponga en riesgo la salud de la gente y la libertad de nuestro ejercicio profesional. No somos héroes pero tampoco esclavos”, concluyó la doctora Meza.