La variante ómicron está sacudiendo el eje sanitario mundial
En muchos países, incluidos los que más se resistieron a adoptarlo, se está implementando el “pase sanitario”. La dureza de la realidad epidemiológica está obligando a muchos gobiernos a volver sobre sus pasos, reevaluar conceptos y meterse de lleno en métodos de control de salud pública que parecen darse de patadas directamente con el ejercicio de libertades básicas de rango constitucional como por ejemplo, acudir a centros de compras, espectáculos, recitales, eventos deportivos, transporte público, etc. El problema es que entre el discurso libertario a ultranza y la difusión del coronavirus no hay compatibilidad.
Los contagios no solo no han parado sino que se han incrementado hasta en los países con sistemas de salud pública modelo.
Hasta ahora, los antivacunas y antibarbijos estaban ganando la batalla, aún a costa de caer sobre ellos el cargo de ser “superdispersadores” de la pandemia. Aquí mismo se viene dando la constante de que la mayoría de las muertes e internaciones graves por COVID se da en personas no vacunadas, una constante mundial, vale señalarlo.
Pero esta seguridad empezó a resquebrajarse con la aparición de la variante ómicron. El Gobierno noruego informó su irrupción reciente en el país. Una semana atrás, después de una fiesta con unas 120 personas en Oslo, se registraron al menos 30 casos de COVID “sudafricano” entre los concurrentes con este agravante: todos los asistentes estaban inmunizados con secuencia completa y con PCR negativo tomado 24 horas antes del evento. Esta observación coincide con estudios realizados en Gran Bretaña, Francia y Alemania que indican que ómicron ataca principalmente a personas que ya padecieron alguna otra forma de COVID, delta o la variante china.
Es seguro que el Ministerio de Salud sabe mucho más que nosotros sobre este tema. Y que debe estar analizando subir otro escalón en la vacunación obligatoria y el uso de barbijo, además de las otras reglas de contención de la pandemia.
Los antivacunas y antibarbijo criollos ya hicieron su show y tuvieron su cuota de enferma notoriedad. Ahora viene la cosa en serio. La salud pública, en tiempos de pandemia, tiene reglas muy claras. El Gobierno debe pasar a una etapa nueva, inteligente y contenedora como están haciendo en otros países.
Basta de dilaciones.
No se juega con la muerte.
