Por Benjamín Fernández Bogado
La fuerte acusación de la doctora Russomando del Senacsa, de que el Ministerio de Salud “no tiene ética ni moral” en el manejo de las tomas de muestras y los resultados positivos o negativos, abren una profunda grieta de desconfianza en la ya degradada confianza puesta en el Ministerio de Salud. En estas circunstancias nos enfrentamos a otra cuestión todavía mucho más grave: ¿Quién va a creer a partir de ahora con respecto a las cifras de positivos o negativos?
El escándalo que se suscitó entre futbolistas de un equipo que participaba en las competencias de la Asociación Paraguaya de Fútbol (APF), ha mostrado también el lado poco riguroso, científico y serio. Además, se venía afirmando ella desde hace tiempo de que no se iban a contar con los insumos necesarios. Y si le sumamos a todo eso el fracaso en la compra de insumos médicos, podemos decir que el caso del Ministerio de Salud Pública es un caso grave de desgobierno en el trato delicado y serio que debería tener esta pandemia.
También hiere de muerte la confianza en las instituciones. Estas son dos instituciones públicas que se enfrentan diametralmente en torno a un tema. La doctora Russomando usa con claridad que ha metido el portazo a su relación con el Ministerio por la falta de ética y de moral, e inmediatamente el Ministro Mazzoleni sale a defender a los suyos, agravando aún mucho más esta circunstancia cuando lo que tendría que hacer es encontrar soluciones que realmente sean satisfactorias para todos.
Estamos muy mal manejados en el tema de la pandemia, no solo en términos administrativos, ahora en términos sanitarios. Mientras suben las personas internadas y crece el número de muertos.