El ciudadano paraguayo de a pie tiene que ir haciéndose a la idea de que el Estado ha sido capturado como rehén por una élite de privilegiados que lo están saqueando a gusto y paladar con privilegios auto asignados sin vergüenza alguna.
La maquinaria funciona de manera admirable. Los sindicatos que infectan la función pública disponen de protección política suficiente para propinar golpe tras golpe al tesoro nacional mantenido por los impuestos que el ciudadano común aporta con cada acto económico, desde comprar un cepillo de dientes hasta desangrarse en las ventanillas de la SET rindiendo el IVA, el selectivo al consumo, renta y demás tributos.
En sociedad para el despojo, verdaderas dinastías sindicales que parasitan prácticamente todos los rincones del Estado se confabulan con diputados, senadores, concejales municipales y departamentales para otorgarse todo tipo de sobresueldos, subsidios, complementos, suplementos, ayudas, bonificaciones, horas extra, cuotas de colegios, atención VIP de la salud, vacaciones y presentismos que han consolidado una auténtica monarquía hereditaria dentro de los más altos cargos en el Estado. Familias enteras viven de la plata pública sin cargo alguno de conciencia, todo bajo la vigilancia de los caciques políticos que manejan los hilos desde las sombras, cobran su diezmo y hacen uso y abuso de la mano de obra barata electoral emergente de este festín de caníbales en que se ha convertido la función pública. Este es, para variar, un año electoral. Van a ser elegidos doscientos o trescientos intendentes municipales y varios miles de concejales. La maquinaria ya se ha echado a rodar, con el aceite de los impuestos.
Está claro que a este Gobierno no le da el cuero para dinamitar este esquema de expolio de un estado rehén. La fabricación en serie de nuevas instancias de clientelismo no para. Uno de los últimos hallazgos es la creación de otra entelequia, la Dirección Nacional de Cambio Climático que deberá ejecutar el Plan Nacional de Cambio Climático a través de la Comisión Nacional de Cambio Climático, pura palabrería hueca armada para rentar más gente, pagar consultorías y más sindicatos convertidos en equipos de extorsión. Este delirio no para. Funcionarios ricos, Estado pobre, ciudadanía harta.
Mala combinación.