Cuando el periodista, sociólogo y escritor paraguayo, Carlos Martini, era joven, allá por los años setenta, confesó que no había un solo tipo de joven. Mencionó que estaba la juventud marginada, la privilegiada, la que sobrevivía en el día a día. Él se ubicaba en el sector de la militancia antidictatorial desde una perspectiva de izquierda.
“Yo estaba en un sector muy influido por el socialismo próximo al marxismo, por la Teología de la Liberación de Gustavo Gutiérrez y la Pedagogía del Oprimido de Paulo Freire. Simpatizaba con Cuba, la Unión Soviética, la lucha de Vietnam frente a EE.UU y los Tupamaros. Para este grupo de jóvenes el objetivo era conciliar cristianismo con socialismo”, comentó el comunicador.
La represión de 1976 le llevó a valorizar las libertades y la democracia representativa, a girar hacia el socialismo democrático. Años después se incorporó al febrerismo a través del Movimiento Hacia el Socialismo, pero eso ya fue en los ochenta.
“Hoy para muchos jóvenes se trata de sobrevivir en un mundo hostil, individualista, vacío y superficial, acelerado por las nuevas tecnologías. La pandemia agregó una desmesurada incertidumbre hacia el futuro. En Paraguay el 83% de los que tienen entre 24 y 39 años no tiene empleo formal, menos de 5 de cada 10 estudiantes terminan educación media y 7 de cada 10 no entienden lo que leen”, mencionó Martini.
Agregó que por lo menos 1 de cada 19 personas está desempleada y la informalidad llega a más del 60%, sin olvidarse de la bajísima cobertura de la seguridad social. “Somos un Estado fracasado en equidad social y vigencia del Estado de Derecho, allí está la impunidad galopante, tan perniciosa como el coronavirus. Como si fuera poco, el desbarajuste económico social de la pandemia es mayúsculo. Paraguay es apenas una democracia electoral de pésima calidad en lo social y político”.
LA MORAL COMO BANDERA
Para el baterista Luis Sergio Pereira, de 70 años de edad, la música siempre fue su pasión. Ya con 12 años tocaba el instrumento, inició en la banda de su colegio y de ahí no paró hasta los 50 años. Cuando era joven tuvo las aspiraciones de hacer otras cosas, pero nunca dejar la música a un lado.
“Antes los jóvenes eran mucho más trabajadores, y respetaban más a sus mayores, la moral era la bandera principal, porque se respetaban a las familias y a los apellidos. La generación de hoy es un poco más frágil, ya no tienen los mismos principios, las aspiraciones son totalmente diferentes, las bandas locales no se esfuerzan igual que las de antes. Cualquiera es artista”, explicó Pereira, quien recordó que antes era muy difícil ser reconocido como músico porque no existían las redes sociales ni tenía donde publicar sus canciones.
LOS MILLENNIALS EN PARAGUAY
Hablar de millennials, generalmente para los medios de comunicación, es referirse a quienes nacieron con la consolidación de la era digital y que tienen hoy entre 18 y 35 años, que comparten valores y actitudes que los identifican como parte de una misma generación, a la vez que los distancian de sus antecesoras. Pero dicha noción no puede dar cuenta de las realidades heterogéneas de las juventudes en el Paraguay.
Diana García, socióloga, especialista en estudios sobre juventud, señaló que el proyecto de vida de los millennials aparece como incierto, en comparación con el de las generaciones anteriores, en cuanto a una trayectoria educativa y laboral con etapas consecutivas.
“Nuestros padres estudiaban para trabajar y trabajaban para comprar una casa o formar familia propia. Hoy vemos que esa linealidad no existe porque la mayoría de los jóvenes tienen que trabajar para poder estudiar, y demoran más la salida del hogar parental. Esta generación está más formada que sus padres, pero cuenta con menores posibilidades de acceder a la casa propia”, dijo.
Agregó que la incertidumbre en cuanto al acceso al empleo, formación y vivienda es una realidad que afecta a muchos jóvenes en el Paraguay y por lo tanto el señalamiento de que los millennials vacilan, son indecisos y apáticos probablemente se deba más que a una mala conducta y falta de actitudes a expresión de las condiciones sociales que les toca vivir y afrontar.
En Paraguay, efectivamente también existe un cambio en las maneras de pensar, hacer y significar de los nativos digitales, asociado a la experiencia de interactuar y conectarse con temáticas, valores más globales que locales.
Según la Encuesta Millennials, en el 2018, un 33% de los jóvenes paraguayos de entre 15 y 24 años de edad que residen en zonas urbanas solo estudia o se capacita, un 25% solo trabaja, un 27% estudia y trabaja a la vez, y un 15% no estudia, ni se capacita, ni trabaja. Más de la mitad de los jóvenes que dejó de estudiar lo hizo por dificultades económicas, y casi uno de cada cinco abandonó los estudios al convertirse en padre o madre.
“Los objetivos han cambiado porque la sociedad ha cambiado, por ejemplo, el mundo del trabajo ha cambiado, se pasó de requerir calificaciones para un trabajo de por vida a habilidades más flexibles. Los empleos son temporales, parciales o por productos. Según los empleadores existe una alta “rotación” de jóvenes recientemente empleados, desde su lugar opinan que esto se debe a una baja tolerancia a la frustración y ante el deseo de éxito y gratificación inmediata”, acotó la especialista.
¿QUÉ DICEN LOS JÓVENES?
La joven comunicadora y activista Tite Vera, explicó su generación, además de realizarse profesionalmente con una carrera y especializaciones, busca experiencias enriquecedoras, como encontrar no sólo un trabajo estable, sino un trabajo donde sean valorados, respetados y a gusto con sus compañeros.
“Nos apasiona comprometernos con temas sociales, como el voluntariado en organizaciones ya sean de DDHH, medio ambiente, rescate de animales, protección de niños, niñas y adolescentes, LGBTI, etc. Las causas con las que nos identificamos son muchas y eso nos motiva. Sabemos que las generaciones anteriores no nos facilitaron las cosas en cuanto a esos temas y hoy tenemos que hacer algo al respecto. Comprarse una casa, casarse y tener hijos ya no es una prioridad en los primeros años de juventud”, refirió.
Afirmó que los objetivos cambiaron, y eso es una tendencia global. Cada generación es muy distinta a otra, con sus debilidades y fortalezas cada una hizo lo que en ese momento de la historia creyó que era lo mejor posible.
“Hoy creemos que los DDHH, el medio ambiente deben ser prioridades en nuestras agendas como millennials y centennials. El mundo hoy está altamente contaminado y secuestrado por la corrupción y es un legado con el que debemos cargar pero queremos hacer algo para revertirlo. Nuestra ventaja es que nacimos en una nueva era, tenemos habilidades para desenvolvernos en la tecnología, somos más empáticos, más críticos, tenemos mayor acceso a la información y a la posibilidad de difundir”, acotó Vera.
Por otro lado, Cinthia Escurra, integrante del grupo de jóvenes Somos Pytyvõhára, que vela por los derechos sexuales y derechos reproductivos, aseguró que las juventudes del país son muy diversas, como diversas también son las aspiraciones. “Creo que esta diversidad podría tener mucho más potencial si desde el Estado se invirtiera más en una educación, salud y cultura, que permita un desarrollo pleno de quienes somos parte importante (numéricamente) de la población”.
Destacó que hoy existen más posibilidades, más herramientas y tecnología que antes no había, que nos hace ver la vida diferente. ”Buscamos oportunidades para crecer y formarnos, pero también buscamos ser protagonistas activos en los espacios que ocupamos”.
LOS DOS GRUPOS
El sociólogo Marcelo Lachi explicó que no se puede considerar un único grupo de millennials, ya que hay un corte esencial que es el final de la dictadura, pero sí tienen en común el no recordar la dictadura porque cuando cae eran chiquititos los más tempranos de esos grupos de nacimiento y eso hace que no tengan anticuerpos contra la dictadura y el autoritarismo.
“Los que nacieron antes tuvieron oportunidades educativas muy diferentes, en el 91 y 92, solo el 30% podía acceder a la secundaria, ahora llegamos al 70%, 50 universidades, no había becas para ir a estudiar al exterior, ahora Becal entrega centenares todos los años. Entonces, los del primer periodo pudieron aprovechar muy poco de todos esos cambios desde el punto de vista educativo. Había menos necesidad de docentes, por eso habían docentes mejores, pero cuando se masificó al ser un derecho de todos, empeoró la calidad de la educación, pero llegó a más gente”.
También resaltó el autoritarismo imperante que en la estructura familiar se encuentra el jefe de familia y las generaciones inferiores no tienen espacio real para desenvolverse. Existe una imposibilidad de lucirse de los millennials, por eso, a decir del sociólogo, no hay jóvenes empresarios exitosos, o muy pocos, sencillamente no pueden llegar a eso, más allá de estar más formados, por la cultura instalada en el sistema no se les da espacio para que se expresen. Se le impide tomar roles a los millennials.
En cuanto al tema laboral, expresó que la sociedad postfin de la dictadura creció en el consumo, las condiciones de vida, pero para los millennials de 32, 33, y 35 años la posibilidad de encontrar un trabajo para toda tu vida desaparece. El movimiento sindical desaparece, se pierde protección social organizada.
“Ellos no tiene la formación para poder cambiar de trabajo, pero están obligados, por eso quieren entrar en el sector público porque te garantiza estabilidad de trabajo, los que no pueden acceder viven una vida más precaria, alguno tendrá suerte, pero la práctica es que la gente trabaja 4 años y le echan o duran 9 años y le echan. Viven en la precariedad y les impide construir una vida autónoma, tienen que estar atados a su familia”.
Por otro lado, la gran parte de la emigración viene de esta generación, busca oportunidades en otras países, algunos vuelven y otros se quedan para siempre porque ven que están bien donde están. Muchos de ellos quieren construir una vida como la que ven en la serie de televisión porque la expectativa crece en un mundo globalizado.
“Una generación X que vivió la dictadura saben que han mejorado y están contentos, pero veo mejor la generación Z porque tienen más posibilidades de concluir sus universitarios, de expresarse y luchar, están surgiendo líderes de movimientos estudiantes que entran en espacios sociales y pueden determinar cambios, pero los millennials la tienen más jodida al encontrarse con los efectos negativos de la ruptura de la dictadura y ven situaciones mejores, pero no pueden aprovecharlas, pues nacieron demasiado temprano respecto a esos cambios”, concluyó el especialista.