Cristian Nielsen
Desde que Sebastián Gaboto alcanzara la desembocadura del rio Paraguay en 1528, han pasado 494 años durante los cuales el epónimo viene cumpliendo tal cantidad de roles que sería imposible abarcarlos en un corto artículo. Límite arcifinio con Argentina y Bolivia, via navegable para el comercio, el turismo y hasta las andanzas bélicas, fuente de alimento para miles de familias que viven de la pesca, abastecimiento de agua potable por un lado y drenaje para aguas negras por el otro, contrasentido que aún sigue vigente.
El rio Paraguay riega una cuenca de 106.000 kilómetros cuadrados, tarea ciclópea para la cual cuenta con la ayuda de muchos ríos tributarios como el Apa, el Aquidabán, el Jejui, el Salado, el Manduvirá, el Pilcomayo, el Bermejo y el Tebicuary, entre muchos otros. De esta inmensa red de cursos de agua depende el caudal del rio Paraguay que en sus épocas de estabilidad transporta un caudal promedio de 2.700 metros cúbicos por segundo. Para tener una idea, toda el agua que consume Asunción en un día el rio Paraguay la mueve en 3 minutos.
BAJANTES HISTORICAS – Últimamente, la palabra “histórica” aparece con frecuencia en las crónicas periodísticas que hablan de la bajante (estiaje dicen los hidrógrafos) que viene mostrando el rio Paraguay.
Estos episodios no son tan infrecuentes como podría uno imaginar. Si se observan las gráficas de registros hidrográficos del rio desde Bahía Negra hasta Paso de Patria, la línea estadística se asemeja a un electrocardiograma, tan alternadas son las altas como las bajas de nivel.
Curiosamente, hay mucha más literatura sobre crecientes del río, con la consiguiente inundación de sus riberas y desalojo de pobladores, que de bajantes extraordinarias. Sin embargo, las hubo y mucho más pronunciadas de lo que se podría uno imaginar.
Aparte de los registros mínimos que se observan en la actualidad, el río Paraguay ha mostrado bajantes extremas los años 1938, 1944, 1949, 1969, 1988 y 1998.
Estos niveles mínimos exponen los denominados pasos críticos, lo cual siempre significa tropiezos para la navegación comercial, tanto de carga como de pasajeros. Hasta principios de los años ’60, este fenómeno era particularmente molesto para quienes viajaban de Asunción a Buenos Aires y viceversa. El viaje en barco era el medio de transporte más frecuentado, por no decir, el único entre ambas capitales. El tren era un suplicio, el transporte carretero inexistente y el avión, un lujo para unos cuantos acomodados. Hasta el éxito de las revoluciones descansaba sobre la practicabilidad de la navegación fluvial.
FACTORES AMBIENTALES – En estos días, cada bajante o cada inundación es explicada por la vía de factores ambientales como por ejemplo, la deforestación.
Sin embargo, no es tan sencillo unir con flechas los casilleros de “cambio de uso de suelo” -en lenguaje callejero, deforestación- con “sequías, inundaciones, bajantes extraordinarias”.
Esta visión reduccionista se respalda frecuentemente en las teorías impulsadas por organizaciones que hablan de cambio climático o calentamiento global conectados a la reducción de los bosques y a la práctica de la agricultura extensiva, mecanizada y sujeta a desarrollos biotecnológicos. Sin embargo, hay otras visiones, otros enfoques.
En 1938, la región Oriental tenía casi 8.000.000 de hectáreas de bosques nativos continuos. Esto es, cinco veces más de los que existen hoy. La agricultura se reducía a rubros de subsistencia y la ganadería se practicaba en su mayor parte sin mucha tecnología. Sin embargo, ese año se produjo una bajante muy pronunciada del rio Paraguay, muy cerca de la actual. En 1948 volvió a ocurrir lo mismo. Treinta años después, en 1978, la bajante combinada de los ríos Paraguay y Paraná fue tan pronunciada que hasta las cataratas del Yguazú quedaron completamente secas, pese a que todo el este de la región Oriental estaba densamente cubierto de bosques nativos. Eran los tiempos de la industria de la madera, que equiparaba a la carne como producto de exportación.
ALTA VISIBILIDAD – Hoy nos asombra y nos espanta la forma cómo los ríos se achican, muestran sus lechos rocosos y dejan expuestos hasta pedazos de historia en forma de barcos hundidos y restos que la correntada ha ido dejando, en especial, verdaderos mares de basura. Hoy se puede, casi con costo cero, fotografiar, filmar, sobrevolar y documentar cualquier cosa en cualquier parte casi. Eso es mucho material gráfico expuesto en noticieros, páginas de los diarios y, sobre todo, en las inmensas audiencias de las redes sociales que lo muestran con lujo de detalles y absoluta perfección técnica.
Antes nos contaban historias de sequías, inundaciones y bajantes extremas. Hoy, las vivimos en vivo y en directo.
Mucho impacto y poco tiempo para procesar tantísima información.