En Paraguay, como en muchos países, los jóvenes más afectados por la pandemia son aquellos que viven situaciones de pobreza y vulnerabilidad, y cuyas necesidades básicas ya se encontraban previamente insatisfechas.
En este sentido, según un estudio de percepción entre adolescentes llevado a cabo por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el 17% de los consultados cree que las situaciones de violencia familiar aumentaron durante la pandemia.
Es importante destacar las tendencias claves a nivel nacional, según las proyecciones de población, en 2021 el porcentaje de personas de 15 a 29 años constituye el 27% de la población total. Hacia el 2025, se proyecta un crecimiento del 2,3% (1.999.471 personas), lo cual implica la necesidad de invertir urgentemente en el potencial del bono demográfico para alcanzar los beneficios que supondría la participación laboral juvenil en la economía. Este crecimiento requiere un enfoque destinado a disminuir las brechas de desempleo entre géneros, y entre jóvenes urbanos y rurales, y en aumentar la capacidad productiva de la adolescencia sin dejar a nadie atrás.
Perfil de la juventud paraguaya
Según la Encuesta Permanente de Hogares Continua (EPHC) 2020, el 27% de la población paraguaya está integrada por jóvenes de 15 a 29 años (960.105, 49,8%, hombres y 969.118, 50,2%, mujeres). De igual forma, 27% de la población femenina a nivel nacional es joven, y el 26% de la población masculina es joven. Los adolescentes se concentran en áreas urbanas del país, 1.256.413 jóvenes, mientras que 672.810 se concentran en áreas rurales.
Entre los jóvenes de 15 a 29 años (1.929.223) clasificados como población ocupada, 6 de cada 10 realizan actividades económicas con un ingreso promedio mensual de G. 1.776.000, menor al salario mínimo legalmente establecido. Sin embargo, en el ingreso promedio mensual también existe una brecha entre géneros, con un ingreso promedio de G 1.896.000 para hombres comparado a Gs. 1.600.000 para mujeres jóvenes.
Paraguay invierte solo 1,1% del PIB en adolescencia y juventud, según el informe “Gasto público social en adolescencia y juventud 2013-2016″. La Unesco recomienda una inversión mínima en la educación del 7% del PIB, pero en Paraguay la tendencia ha sido un promedio de 4% del PIB desde 2006, y 3,5% en 2020.
Esto significa un desafío principal, pero también una oportunidad para realizar inversiones futuras en el sector educativo enfocadas a fortalecer la capacidad productiva de los adolescentes. Paraguay se caracteriza por su responsabilidad fiscal, lo cual ha llevado a la estabilidad macroeconómica en los últimos años.
ALARMANTE
Rafael Obregón, representante de Unicef en Paraguay, detalló que el informe de la Cepal muestra “una realidad preocupante” y la urgencia de avanzar en la solución de la problemática de los jóvenes “nini” (no estudian ni trabajan) con políticas integrales de Estado.
“Además del impacto que la pandemia ha tenido, el incremento del desempleo y la exclusión escolar guardan relación con las limitadas políticas de protección social. Esto hizo que muchas familias enfrentaran situaciones muy difíciles desde el punto de vista socioeconómico, en que los responsables optaron por vincular a muchos de esos adolescentes y jóvenes en alguna actividad económica. Por consiguiente, muchos abandonaron la escuela, con todas las implicaciones que esto tiene para su desarrollo integral a lo largo de los años”, destacó.
Así, esta realidad plantea la necesidad “urgente” de desarrollar políticas integrales no solo para fortalecer la educación en términos de cobertura, calidad y permanencia, sino también para ampliar los programas de protección social, asegurar servicios de salud y de educación accesibles para toda la población, recalcó Obregón.
“Es necesario contar con programas focalizados para las poblaciones más vulnerables como, por ejemplo, los pueblos indígenas y las personas con discapacidad”, explicó.
En este sentido, el titular de Unicef señaló que el Gobierno está desarrollando una serie de iniciativas en el búsqueda de encontrar soluciones para paliar esta realidad. Estas tareas están siendo acompañadas por la organización.
“Para reducir el abandono escolar y la exclusión, se requiere no solamente de que estas acciones se mantengan, sino que se implementen a escala a lo largo de todo el país para poder dar respuesta a estas cifras preocupantes que están plasmadas en el informe”, indicó.
BRECHAS ENTRE HOMBRE Y MUJERES
El informe de Cepal reveló las grandes brechas que existen en materia de oportunidades y acceso a la educación y empleos formales. De hecho, las tasas de desempleo y deserción escolar golpean más fuertemente a las mujeres antes que a los hombres.
Las brechas se deben, en parte, a la ausencia de políticas de protección social y a los rasgos culturales que obligan a las mujeres a asumir roles de cuidado en el hogar, lejos de las oportunidades de acceder a oportunidades laborales y educativas, refirió el experto.
“Las mujeres optan por asumir las responsabilidades del hogar. Esto hace que sean más susceptibles de abandonar actividades laborales. Las desigualdades de género y los roles que se asignan a hombres y mujeres también de manera reiterada plantean que la mujer debería estar cumpliendo las demanda del hogar y que la responsabilidad laboral recae más en el hombre”, sostuvo.
De esta forma, Obregón comentó que en la medida en que se fortalezcan políticas sociales, que le faciliten a la mujer la posibilidad de mantenerse en el mercado laboral y los hombres asuman un rol más colaborador e igualitario en términos de compartir las responsabilidades del hogar, esto va contribuir a la reducción de las brechas.
PROYECCIONES
Sin un norte respecto a la aplicación de políticas públicas de protección social y priorizar la inversión en programas de apoyo a niños, niñas y adolescentes, el panorama para el Paraguay se tornará oscuro, resaltó el representante de la Unicef.
“En el país, los niveles de inversión tienden a ser mayores en los grupos de inversión más avanzados y menores en los grupos etarios más bajos. Entonces, esa reorientación de recursos tiene que permitirse de alguna manera, porque eso va a significar más inversión en educación, desarrollo adolescente y más oportunidades de vinculación a los mercados laborales para que los chicos que están saliendo digamos de las universidades”, apuntó.
Obregón agregó que “en la medida en que el país avance en esa dirección se va a poder revertir esta situación, pero seguimos viendo con preocupación que a menudo los recursos destinados a la niñez no tienen ese nivel de priorización”, remarcó.
LUCHAR CONTRA DESERCIÓN ESCOLAR
Una de las prioridades para enfrentar la problemática de los adolescentes y jóvenes “nini” es priorizar la lucha contra la deserción escolar.
“Parte de ese proceso implica identificar en profundidad cuáles son las barreras de exclusión educativa. En algunos casos, esta realidad se da por la valoración que se hace de la educación por parte de los padres, que no ven en la educación una oportunidad de desarrollo. Evidentemente, en algún momento se tiende a priorizar la posibilidad de cualquier ingreso económico en lugar de la educación”, explicó.
Para evitar sumergirse en la disyuntiva de trabajar o estudiar, ante la necesidad de recursos económicos, Obregón resaltó la importancia de fortalecer programas como Tekoporã. “Estas iniciativas deben estar focalizadas en aquellas zonas donde hay mayor vulnerabilidad para que eso asegure la permanencia de los niños y las niñas en los centros educativos”, analizó.
Finalmente, el representante de Unicef en Paraguay señaló que las instituciones deben contar con “sistemas de alerta en las escuelas” a fin de identificar cuáles son los niños y niñas que están en riesgo de abandonar el sistema educativo y brindarles acompañamiento tanto desde la escuela como desde la comunidad.