Se resisten a ser desalojados de la máquina de hacer dinero
La glotonería conque la política se abalanzó a apoyar el proyecto de extender el mandato de los intendentes municipales justifica un viejo refrán: “Piensa mal y acertarás”. No imaginarán que vamos a creer que lo hacen por cumplir puntillosamente con eso de los periodos electorales. Menos aún suponer que es tan grande su vocación de servicio que quieren aprovechar hasta el ultimo segundo en la intendencia -y en las juntas municipales, no olvidemos- para honrar las sagradas promesas hechas a la ciudadanía de trabajar para beneficio y grandeza del municipio y sus ciudadanos.
Eso se podría decir, con suerte, de un porcentaje mínimo entre los 256 intendentes y 2.730 concejales municipales que están regados por el país. El resto se limita a calentar sillas y cobrar sueldos mientras sus comunas se hunden en el atraso. ¿No será que la ansiedad por seguir en el puesto tiene otros móviles, como por ejemplo, permanecer enchufados a la máquina de hacer dinero?
Los municipios tienen, mal contadas, 22 fuentes diferentes de ingresos. La primera y principal, el impuesto inmobiliario. Le siguen los fondos del FONACIDE, los royalties de las hidroeléctricas y los aportes de Hacienda. Después vienen tasas de todo pelo y color: patente comercial, patente profesional, patente de rodados, permisos de construcción, visado de planos, fraccionamiento de tierras, baldíos y semibaldíos, tasas por publicidad en la vía pública, juegos de azar, créditos, sorteos, faenamiento de animales, registro de marcas, transferencia de bienes raíces, papel sellado y estampillas, salubridad, tasas de inspección, inspección vehicular, barrido y limpieza y conservación de pavimento. Bien contado y por pequeño que sea el municipio, es una montaña de plata que se junta cada año. ¿Para qué?
La cobertura de desagües cloacales no llega ni al 18% de la población urbana del interior. Los vecinos pagan aparte el agua potable y la recolección de residuos. Las pocas cloacas que hay las construye el MOPC, que también de vez en cuando tira algunos metros cuadrados de asfalto aquí y allá. ¿En qué, entonces, se va el dinero? Si se revisa al azar cualquier balance municipal se descubrirá que casi todos los recursos se diluyen en salarios, combustibles, viáticos, dietas, ropas, almuerzos, insumos de oficina, etc.
¿Obras y servicios al ciudadano? Otro día.