Vivimos una jornada cívica sin precedentes donde por primera vez elegimos autoridades por fuera del velo de las listas sábanas, una odisea que ha tardado casi dos décadas en llegar. Cientos de candidatos contribuyeron a la polución visual con sus caras en vía pública y redes sociales. No dejó de estar presente ésa ilusión de que, por primera vez, la gente iba a elegir a los candidatos más destacados por sus acciones, su carrera y sus propuestas. No sucedió tal cosa. En los partidos tradicionales, los candidatos que hoy encabezan las listas son aquellos que gozaban de buena salud estructural y económica durante la campaña, quienes ya ostentan cargos y tienen su propia nómina de funcionarios públicos a su cargo, donde el concepto de «outsider» o «renovador desde dentro» quedó totalmente opacado.
¿Fue en vano votar de manera desbloqueada? De ninguna manera, todo lo que permita fortalecer la democracia aumenta la legitimidad del proceso, este ha sido el primero de muchos pasos que debemos dar hacia la valoración del poder real que tiene el ciudadano de a pie que no vende su voto por cien mil guaraníes, del que por apatía, hartazgo y desconexión no participa de ninguna manera en estos procesos electorales.
A mayor participación, más dificultades se presentan para el sistema prebendario, más dificultades para la falta de transparencia y más complicaciones para los políticos sin propuestas.
Debemos iniciar como sociedad un proceso de involucramiento que exija a los políticos escuchar, empatizar y por sobre todo, cumplir con sus promesas y construir con todos los sectores un país mejor.