Esta nueva manera de vivir, o “gran reinicio” como le llaman algunos, trajo consigo algunas cosas que quedarán incluso cuando dejemos de utilizar los barbijos. La forma en que compramos ha cambiado, la forma en que trabajamos ha cambiado, hasta los deportes que practicábamos han cambiado, no debemos tener esa falsa ilusión que después de 2 vacunas y un par de semanas “todo va a volver a ser igual”, porque no será así.
En cuanto a lo laboral, la aceleración digital que tuvieron las empresas desde que inició la pandemia ha sido más acelerado que los últimos 10 años en casi todos los casos. Hemos descubierto que no debemos estar sentados en un escritorio dentro de una oficina durante determinado horario para ser eficientes. El horario no puede seguir siendo una manera de medir todos los procesos laborales, las empresas que no entiendan esto se llamarán a un estrepitoso fracaso. En muchos casos obviamente el horario es en sí una manera de medir procesos laborales: Una persona que atiende la caja de un supermercado sí debe estar presente cuando ingresan los primeros clientes al local pero, por ejemplo: un Centro de Atención al Cliente podría operar 100% de manera remota, donde cada uno de los trabajadores se encuentren en sus casas, esto representaría un ahorro impresionante para la empresa, incluso si la misma provee el computador, teléfono, internet y paga un porcentaje de la electricidad de cada uno de sus colaboradores, además de librarse de impuestos por inmuebles, gastos de mantenimiento, la capacidad de no dejar de operar ningún solo día si ocurre otra pandemia.
Son varios trabajos y emprendimientos los que han reflexionado y se han tomado en serio los aprendizajes que ha dejado la crisis sanitaria.
Dentro de las aristas más valoradas por las personas que forman parte de las empresas y organizaciones, tenemos tres puntos centrales que captan la atención de la mayoría: 1. Establecer reglas que sean estrictamente necesarias. 2. Las cadenas de aprobación sean lo más cortas posibles 3. Que todas las personas se sientan parte de los procesos de los cuales forman parte.
No existe peor crisis que aquella de la cual no hemos podido aprender nada. Si los liderazgos en tiempos de pandemia tienen la capacidad de sostener lo positivo que se puede ver en el ámbito laboral con respecto a las funciones, metas y desafíos que se avecinan en un Paraguay post – pandemia, los números para esas iniciativas serán alentadores, porque estarán sustentados por el compromiso y adecuados a los aprendizajes de esta situación inesperada que a afectado a todo el planeta.
¿Qué podemos cambiar hoy de nuestro liderazgo en pandemia?