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Asunción

Libertades y barbijos

Vivo en un piso alto de un edificio ubicado sobre Av. Santa Teresa. Todos los días, para salir a trabajar, hacer trámites, etc., debo tomar el ascensor, un lugar pequeño y sin ventilación en el que coincidimos mucha de las veces con los vecinos.

Por cuidado propio, pero sobre todo por respeto y cuidado al otro, el uso de barbijo en lugares públicos no es opcional, es obligatorio; y es justamente en esta obligatoriedad donde muchos consideran se coarta la libertad individual, pues estar sin mascarilla nos permite: respirar mejor, tomar mate, mantener intacto el maquillaje, el peinado, “el look”, etc., y otros no la usan simplemente porque se ya se vacunaron y se creen inmortales. Sobre los que no creen en la ciencia sino en tonterías de conspiración… quise decir en teorías, teorías de conspiración; prefiero no hablar ahora, pues ese tema merece un apartado exclusivo.

Una de las más importantes obras sobre libertad e igualdad de las personas, así como uno de los incitadores de la Revolución francesa, es la escrita y publicada por Rousseau en 1792. Esta famosa obra, tiene como base el reconocimiento de la libertad de los individuos, que luego de que decidieron vivir en sociedad, vieron como necesidad apremiante e indispensable para la convivencia pacífica, la creación de reglas, normas e instituciones que permitan instaurar el orden y armonía dentro de la congregación.

El parar ante un semáforo en luz roja o ante una señal alto, significa que entendimos e interiorizamos las normas que, aunque limitan nuestra libertad de conducir como locos sin respetar a nada ni nadie, nos permiten circular tranquilos en nuestros vehículos, pues sabemos que todos harán lo propio, y el que no, tiene bien ganada una sanción que le hará recordar que para vivir en sociedad es necesario respetar las reglas. El ejemplo anterior es tan solo una muestra de lo que esta resignación de libertad implica; sin ella no podríamos tener una sociedad como la conocemos hoy en día. Pues no se respetaría la vida, la propiedad privada, o algo tan elemental como el ejemplo sobre libre circulación y tráfico que he descrito.

Estamos en medio de una cruda pandemia que no cede. Vivimos en un país en desarrollo al que le ha costado, como a todos los sudamericanos, centroamericanos y africanos; conseguir las dosis de vacunas que, hasta el momento, cubren a menos 50% de la población. Por otro lado, en Israel, Estados Unidos y Canadá, la tercera vacuna está siendo inoculada a gran velocidad debido a la cantidad de contagios por la nueva cepa DELTA y por la baja de defensas después de 8 meses de la primera dosis.

Espero que mi vecina, la que siempre intenta justificarme su desinterés por el barbijo en medio de un monologo absurdo sobre el maquillaje y el maskne, me lea y sepa que la próxima vez que atente contra mi vida, yo estaré en la libertad de entrar a su casa, usar su pijama de seda y servirme la cena en compañía de su amado esposo.

Diva Ávila
Diva Ávila
Consultora internacional Derecho Económico y Derechos Humanos

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