Cristian Nielsen
El vocablo inglés “remake” podría traducirse, sin temor a errar demasiado, como rehacer o volver a hacer, que en la jerga cinematográfica ha alcanzado otra acepción: nueva versión de algo que ya se había hecho con anterioridad.
Es lo que está pasando en el mundo del cine y de las series de televisión. Escasos de imaginación o limitados en su capacidad de generar nuevos paradigmas, los guionistas recalientan viejos formatos esperando sacarles algún jugo que sus antiguos realizadores pudieron dejar por el camino.
En algunos casos parece que lo han logrado pero otros no son sino lamentables caricaturas de conflictos que han cambiado no solo de escenario sino esencialmente de circunstancias históricas.
AGENTES CONTRA LA NADA – En la década de los ’60 (1964-1968) vio la luz la serie que en su versión en castellano se llamaba El Agente de CIPOL, una agencia de fantasía traducida como la Comisión Internacional Para la Observancia de la Ley, pero que en inglés dibujaba la sigla UNCLE.
Los dos agentes principales, Napoleón Solo (Robert Vaughn) e Illya Kuriakin (David McCallum), encabezaban un lote de agentes que luchaban contra la maléfica organización THRUSH presentada como una “cofradía tecnológica dedicada a la eliminación de los indeseables y la subyugación de la humanidad”.
En suma, THRUSH representaba una amenaza para la democracia y la libertad sobre la tierra. Producto genuino de la guerra fría, la serie imaginaba a un héroe norteamericano (Solo) y a uno soviético (Kuriakin) unidos para salvar al mundo, nada más alejado de las sordas contiendas que rusos y norteamericanos mantenían en forma subterránea por imponer sus hegemonías.
Medio siglo después del ultimo capítulo de la serie original, CIPOL vuelve con una desvaída versión llena de efectos especiales, escenarios construidos por animación y un conflicto contra un enemigo que no logra reproducir la omnipresencia siempre malévola de la desaparecida Unión Soviética.
MARAVILLAS, LAS DE ANTES – Lynda Carter nos sorprendió, un día, con su espléndida figura, su minishort con los colores del tío Sam y su lazo mágico que obligaba a los hombres a decir la verdad y a rendirse ante las insólitas habilidades de esta heroína trasplantada de una ignota isla del triángulo de las Bermudas sólo habitada por amazonas.
Allí, las mujeres vivían aisladas del resto del mundo y disfrutando de su inmortalidad hasta que un extraviado piloto de combate de la II Guerra Mundial irrumpe en aquel paraíso y conoce a la portentosa guerrera del lazo.
A partir de allí, se inicia una relación entre la princesa y el piloto y ambos luchan por librar al mundo de las maldades del Tercer Reich aunque en el fondo, se sabe que ambos héroes batallan para contener el avance de otro peligro mucho más cercano y vigente por esos días, la Unión Soviética y su afán de dominio mundial.
Discontinuada en 1979, esta saga basada en un cómic editado por primera vez en 1941, vuelve convertida en película. Al igual que en los agentes de CIPOL, Mujer Maravilla abunda en efectos especiales, escenarios ficticios por animación y una reelaboración bastante retorcida de la historia original, llena en este caso de personajes enfermos y decididos a acabar con casi toda la humanidad para reemplazarla por un mundo nuevo. Como en casi todos estos casos, el original parece ser más auténtico y aceptable que la copia digital del presente.
PERDIDOS POR PERDIDOS – En 1965, Estados Unidos estaba embarcado en la carrera espacial que cuatro años después lo llevaría a la luna. Mientras tanto, el cine se conforma con enviar, en viaje interplanetario en busca de un mundo habitable, a la familia Robinson, papá, mamá, tres hijos, un comandante del Cuerpo Espacial que de inmediato corteja a la hija mayor y una suerte de polizón que se les cuela a ultima hora en la nave.
Lost in space (Perdidos en el Espacio) es una especie de comedia liviana en la que una típica familia norteamericana de los ’60 se instala en un nuevo planeta como si fuera el living de su casa terrestre: sin trajes espaciales, con modelos de ropa de fantasía y abundante comida y oxigeno que nadie sabe de dónde salen.
El malvado doctor Zachary Smith, el polizón, trata constantemente de sabotear la misión para un ignoto patrón del mal aunque queda sugerido que los malvados comunistas están detrás de todo.
Bien, y la versión 2018 no logra sorprender ni siquiera asustar. Es como si, perdidos por perdidos, sus realizadores trataran de reproducir la magia de aquella vetusta predecesora que se estrenara en los ‘60 en blanco y negro. Sin lograrlo.
Y es que, recordando al gran Cervantes, segundas partes nunca fueron buenas…
Bueno, casi nunca.