Es interesante la sensación de cuando “te cae la ficha” o “te cae el veinte”. Es esa mezcla extraña de paz, tristeza y claridad. ¿Valentía o fracaso? no lo sé, solo sé que el amor nos vuelve más buenos y el tiempo nos hace más sabios. Que no importa si la historia es una larga novela o un cuento corto, basta con experimentar para entender que algo dentro nuestro se transformará.
Esta tercera (y última parte) es para agradecer. Agradecer esos años de amor y alegría, de complicidad y experiencias compartidas. De viajes en coche o en avión. Agradecer esos desayunos de domingo y los sábados bebiendo con amigos. Fueron años que los abrazo apretado, y no los olvido. Que he agradecido en público y en privado susurrándole despacito al oído. Agradecer que conocimos nuevos países, nos acompañamos en el dolor y adoptamos un perro divino, ese que vino a complementar nuestra existencia, a darnos calor en días de frío y a ayudarnos a desarrollar la responsabilidad adulta de cuidar de otro ser vivo. Ahora que lo veo en retrospectiva, que muchos hemos crecido.
Eso que vivimos fue quizás una de las historias más hermosas y poco comunes. Recordar el rostro de sorpresa con familia, amigos o conocidos cuando hablábamos de ese primer encuentro siempre me dibuja una sonrisa. Fue un amor de juventud cargado de pasión excitante, curiosidad fascinante y complicidad. Los años pasaron tan rápido que ni cuenta nos dimos de que habíamos cambiado. Que habían temas pendientes a ser hablados, objetivos individuales a ser alcanzados. No reprocho nada. Agradezco todo. Porque lo bueno y lo malo moldearon las personas que hoy somos. El amor siempre estará ahí, hoy transformado. Y a pesar de las frustraciones, sé que esta historia que escribimos, tan tuya, tan mía, tan nuestra definitivamente nos ha marcado.
Somos afortunados que por el hecho de amarnos tanto pudimos vivir este proceso con respeto, cariño y tolerancia, en silencio, sin aspavientos. Porque no todo tiene que ser un culebrón de telenovela. Que a pesar de los sinsabores, atravesamos este camino juntos, de la mano, justo así como comenzamos. Tratando de entender el proceso, respetando los tiempos y evitando los supuestos. Sorteando comentarios desafortunados, eludiendo el “ruido” o la curiosidad suspicaz de quienes sólo buscan saber de más, incomodando, cuestionando y tratando de escarbar donde no era necesario. A su vez, otros nos acompañaron con prudencia y amor, a ellos mi agradecimiento sincero.
Y aunque el inicio de una historia está marcado por la esperanza y la emoción del encuentro, de esas primeras veces y todo lo que conlleva después, son el corazón y las ganas los que impulsan y determinan hacia dónde nos llevará esa corriente de viento fresco. Sería injusto quedarme con lo último que vivimos. Yo decido abrazar la historia completa. Esa es mi promesa y sea cual sea el destino que nos toque vivir, hoy puedo decir, que que increíble fue coincidir.