Cuando la isla de Cuba fue un portamisiles soviético a las puertas de EE.UU.
Con Roosevelt supimos lo imprescindible que era tener un presidente. Con Eisenhower nos dimos cuenta de lo insustancial que era tener un presidente. Pero con Kennedy, caímos en la cuenta de lo peligroso que podía llegar a ser un presidente.
Esta comparación hizo carrera en octubre de 1962, cuando el mundo contuvo el aliento al estallar la crisis de los misiles, nombre bajo el cual se conoce el conflicto diplomático surgido a partir de la instalación de armas nucleares soviéticas de alcance medio en la isla de Cuba. Fueron 14 días durante los cuales Estados Unidos y la Unión Soviética se cruzaron acusaciones de mutua agresión hasta que la maniobra quedó al descubierto y los rusos no tuvieron más remedio que meter violín en bolsa y llevarse los cohetes de retorno a su país.
Pero, ¿cómo seguíamos en el Paraguay ese conflicto que estuvo a punto de hacer estallar el mundo hace 60 años?
EL PRECIO DE LA PAZ
En 1962 éramos apenas dos millones de paraguayos. Stroessner llevaba 8 años en el poder y se aprestaban las elecciones para 1963 que, naturalmente, ganaría el dictador por el 92,26% de los votos quedando en segundo término su único adversario, un señor Ernesto Gavilán que se había presentado a comicios en nombre del Movimiento Renovación que más tarde se rebautizaría como Partido Liberal.
Estas elecciones habían sido producto de una violenta reacción de Stroessner contra el Movimiento Popular Colorado (Mopoco) que en 1959 había ganado las internas dentro del Comité Central de la Juventud Colorada. De inmediato, los triunfadores publicaron un manifiesto exigiendo tres cosas: levantamiento del estado de sitio, legalización de los partidos de oposición y realización de elecciones libres. Si algo odiaba Stroessner era que le dieran órdenes. Respondió disolviendo la Cámara de Representantes -en donde el manifiesto había tenido eco- y mandando al exilio a todos los integrantes del Mopoco quienes vivieron en el ostracismo hasta los últimos días del régimen. A partir de allí, el estado de sitio se hizo permanente, la censura de prensa férrea y hasta el derecho de reunión cancelado y custodiado por una jauría nocturna conocida como la “guardia urbana”, dueña y señora de las calles hasta la madrugada.
Era el precio de la paz, frase acuñada por los numerosos panegiristas del estronismo.
CONFLICTO EN DIFERIDO
El 14 de octubre de 1962 los titulares de los diarios del mundo rezumaban conflicto. Ya en plena crisis, The New York Times anunciaba en su edición del martes 23 de octubre: “Kennedy ready for soviet showdown” (Kennedy listo para el enfrentamiento con los soviéticos). Pero eso pasaba en EE.UU. y en el mundo desarrollado, en donde las noticias se renovaban con alguna velocidad, no comparable a la de hoy, pero infinitamente mayor a la cansina marcha de nuestros medios de comunicación.
La crisis de los misiles de Cuba la vivimos en un perpetuo delay. Los diarios tardaban 24 horas en renovar sus titulares, así que cuando La Tribuna, La Tarde o El Día salían a la calle, los acontecimientos reportados ya habían sido superados por otros más recientes.
El otro recurso informativo era la radio. Pero era otra radio, muy diferente a la actual. En esos días, la programación se dividía en horas o medias horas, llenas de música y guiones leídos por locutores. El rating de entonces lo acaparaba Radio Paraguay con su Mirador de los Sucesos que Gerardo Halley Mora leía al mediodía, un editorial escrito a media mañana.
El modelo de boletines de noticias cada media hora lo impondría radio Ñandutí, fundada un mes después de finalizada de la crisis de los misiles.
La televisión aparecería recién en 1963 y su formato noticioso se reducía a media hora a la noche, con reportes de la actividad en el Palacio de López y alguna que otra crónica de color. Por entonces, el “directo” era desconocido y lo más cercano al concepto de “on line” actual eran las agencias de noticias como Associated Press, ANSA o United Press que hacían llegar sus telegramas a través de teletipos, hoy piezas valiosas en los museos de las comunicaciones.
“NOTICIAS” EN EL CINE
Aunque parezca increíble, hubo un tiempo en que en los cines se exhibían noticieros de diversas procedencias, comenzando por el super oficialista Sucesos Paraguayos, un verdadero diario de sesiones del Gobierno de Alfredo Stroessner, no pocas veces recibido con silbidos por la platea.
El noticiero extranjero de mayor prestigio era el UFA (Universum Film AG) de Alemania uno de los referentes más actualizados de la guerra fría que ese país sufría en carne propia con la construcción del muro de Berlín. Su lema era “El mundo al instante”, una idea de lo que la instantaneidad informativa significaba esos días.
El otro era el NoDo (Noticiero Documental) de origen español, lleno de crónicas heroicas alusivas al Caudillo Francisco Franco, vencedor de la guerra civil, etc.
De vez en cuando aparecía una edición de Sucesos Argentinos, una pintoresca colección de temas que se editó desde 1938 hasta 1972, pero que de pronto desapareció de las pantallas cuando empezó a incluír reportajes a exiliados paraguayos o calificaba de tirano a Stroessner y de dictadura su gobierno.
Guerra caliente, guerra fría, guerra civil o dictaduras. Todo llegaba al Paraguay en un ralentizado flujo informativo que nos mantenía felizmente ajenos a un mundo siempre a punto de estallar.