@peztresojos – Emprendedor y Comunicador Social
Los tiempos de cuarentena han sido una muestra sin precedentes de las brechas sociales, desde las soluciones planteadas para las personas aisladas en sus domicilios de manera voluntaria y en cumplimiento de las peticiones del Gobierno y su antítesis, las familias que viven hacinadas, sin necesidades básicas satisfechas y sin posibilidad de realizar home office.
Los restaurantes predilectos han generado mecanismos para llegar a la mesa familiar, los implementos para realizar gimnasia en casa han disparado sus ventas, los antojos para ver películas llegan en menos de 30 minutos y otros servicios que permiten a una porción de la sociedad soportar de la manera más placentera posible esta emergencia.
La otra cara de la moneda nos presenta a padres que deben salir a trabajar para poder llevar algo a la mesa familiar, sin posibilidad de dejar con alguien a sus hijos pequeños, que no cuentan con más de un teléfono móvil en la casa para poder realizar las mal planificadas tareas impuestas por el Ministerio de Educación a través de su defectuosa plataforma, aguardando ansiosos un mensaje de texto que indique que han sido beneficiados con un subsidio del Gobierno, donde no hay deliverys que llegan hasta la casa, sino que se debe salir al barrio e identificar una olla popular que no este saturada para poder comer algo ese día, de quienes escuchan en radio y televisión que debemos lavarnos las manos varias veces al día y tomar todas las precauciones sanitarias, pero en sus casas no tienen agua corriente y mucho menos un baño moderno.
El nefasto cliché “No existe quién no esté sufriendo durante la pandemia” disfraza un tinte de aporofobia. Es una realidad que gran parte de la economía se encuentra estancada y muchas personas hemos reducido nuestros ingresos, muchos han sido desempleados o han despedido personal, muchos han tenido que bajar las cortinas de sus sueños y los frutos de su trabajo de años.
La sutil diferencia entre las dos pobrezas es que una es circunstancial y la otra es estructural. Muchos emprendedores ya están saliendo adelante durante la pandemia y otros lo harán luego, las pequeñas y medianas empresas se volverán a fortalecer, nuevamente con esfuerzo y trabajo.
La pregunta es, casi al azar, si el pobre seguirá siendo pobre, porque en nuestra construcción imaginaria de la sociedad eso es lo común, o bien, buscaremos la manera de mejorar la pobreza estructural que somete a cientos de miles de paraguayos en todo momento, sin importar las pandemias, las guerras, la recesión económica.