En las últimas semanas saltaron reportes de supuestos manejos inconsistentes en empresas del Grupo Kress, lo que volvió a poner sobre el tapete la disputa de poder entre madre e hija por el control de uno de los más poderosos conglomerados del agronegocio en Paraguay.
Beate Kress, propietaria del 92,5% de las acciones y hoy apartada de la empresa, dudosa medida judicial de por medio, nos abrió las puertas de su residencia para comentar su preocupación por el rumbo que está tomando la firma tras saltar la información de sugestivos contratos con agentes fantasmas, según documentos.
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Los inicios de la empresa se remontan a finales de los años 70, cuando Beate y su esposo, el fallecido Heinfried Kress, tras su luna de miel en Cataratas conocieron al profesor Rodolf Derpsch, quien les enseñó la técnica de siembra directa.
Regresaron a Paraguay y arrancaron las inversiones en 1.500 hectáreas de tierras, las utilidades obtenidas en el rubro agrícola fueron reinvertidas totalmente en el país con la compra de más tierras y la diversificación en cultivos cítricos, aprovechando de esta manera la riqueza que caracteriza a la tierra de la zona norte del Departamento de ltapúa.
Posteriormente el Grupo inicia su participación en las actividades comerciales de acopio de granos, comercialización de insumos, simientes y la actividad industrial. Con la contribución tanto en el aspecto económico como social, Heinfried y Beate Kess se convirtieron en el principal promotor del crecimiento de la zona.
En el año 1996, la Asociación de Empresarios Cristianos (ADEC) le otorgó el premio como Empresario del Año, en reconocimiento a sus emprendimientos, visión, trabajo, gestión y desarrollo alcanzado a Heinfried y en 2003 Beate fue reconocida también como Empresaria del año por la misma organización.
Desde el año 2006 asumió la Dirección Ejecutiva de la empresa Cristina Kress, hija de Beate y Heinfried Kress, junto a su madre como presidenta del Grupo, para que unos años después se iniciarán las desavenencias que se arrastra hasta la actualidad.
Tras la muerte de su esposo y con un importante pasivo a cuestas, Beate logró sacar a flote al conglomerado tras una reestructuración, por lo que ella misma se siente “capacitada” para volver a encaminar las empresas.
¿Beate, cuál es su filosofía de trabajo?
Un empresario tiene que ganar plata, sin plata no hay empresario. Entonces tenés que tener un plan, en nuestro caso compramos tierras y aprendimos de quienes hicieron buen trabajo. La reinversión y diversificación de rubros también fue clave para nosotros.
¿Cómo fue el inicio de Frutika?
Kimex siempre dio buenos resultados, Frutika nació cuando había excedentes de producción de frutas. Uno de los sueños de Heinfried era plantar naranjas y hacer jugos en tetrapack para exportar a Alemania. Lastimosamente no pudo cumplir este sueño. Desde un principio Frutika produjo pérdidas por la fuerte competencia internacional en el rubro. En varias ocasiones se llegó a un punto de equilibrio en esta unidad de negocios, pero es un rubro volátil. La competencia es muy grande y fuerte, incluso el expresidente Cartes compite con nosotros.
¿Cómo era la relación pareja y negocios?
Teníamos un trato al inicio, yo con mis caballos y animales y él con las maquinarias. Siempre tuvimos buena comunicación. Montábamos juntos los caballos. Como anécdota, en una de esas incursiones sufrimos nuestro primer asalto.
¿Cómo levantó la empresa tras la partida de su esposo?
Al día siguiente de su muerte, los bancos ya vinieron encima de las empresas para buscar “arreglos”, plantearon una convocatoria de acreedores e incluso ya tenían en mente un plan para negociar con las 9.000 hectáreas de tierra y los otros activos. Yo les pregunté: y qué yo voy a hacer?. Dijeron: Señora, usted va a Alemania con el seguro de vida de su marido; les repliqué: yo tengo mi vida acá y muchos colaboradores a quienes no puedo abandonar. Me sentí demasiado presionada para salir del país, un país por el que luchamos y que nos dio mucha felicidad.
Felizmente, podría decirse, que los bancos me dieron la oportunidad de demostrar que podía ser capaz de gestionar eficientemente la empresa, tomé nuevos compromisos financieros y tres años después saldamos la deuda de USD 9 millones con 4 bancos. Es más, luego logramos importantes ganancias que fueron reinvertidas.
¿Su relación con Cristina, su única hija, cómo es?
Lloramos juntas la súbita y horrible muerte de su padre. Como yo tenía que concentrarme en salvar la empresa, Cristina quedó al cuidado de una familia amiga en Asunción, terminó el colegio con medalla de Oro y luego fue a Suiza. Cada una hizo su parte; ella como mejor alumna y yo salvé de la bancarrota a las empresas, además de adquirir 10.000 hectáreas más de tierras al contado.
La primera decepción que tuve fue en el 2005 cuando me enteré de que llevaría con ella al antiguo gerente administrativo, estando él casado y con hijos. La parte triste es que, en el momento de la salida de Cristina, con el avión pasando sobre el hotel Sheraton yo empezaba, después de 10 años sin alcohol, a tomar mi primera botella de vino.
La segunda decepción fue cuando me informó sobre su futuro marido, un suizo, quien no tenía interés en visitar y menos residir en Paraguay. Con la muerte de su padre, acordamos que vuelva para gerenciar las empresas.
¿Cómo le entregó las empresas?
Recibió una empresa bien gestionada por un equipo humano excelente y muchos de ellos con su propia casa ya en Kressburgo, un pueblo al que ayudamos con escuelas, iglesia, comisaría, puestos de salud, salón comunitario e incluso cementerio. También restaurantes, terreno sobre el río Paraná para un futuro puerto, 20 mil hectáreas para agricultura y fruticultura y reserva boscosa. Además, 500 kilómetros de caminos internos, silos, fábrica de jugos concentrado, pozo de casi 1.000 metros de profundidad y un caudal de 30 mil litros de agua por hora, un edificio moderno de administración con supermercado incluido e incluso mi casa que compré al contado.
“Hicimos de todo, no sólo para nosotros sino para beneficio de toda la comunidad”
¿Cómo está su relación con el consumo de alcohol?
-Desde la entrega de la administración a Cristina, siendo yo todavía alcohólica me detectaron un cáncer de colon, desde entonces estuve 4 veces en terapia intensiva. Hoy estoy con mucho ánimo pues todos los valores de cáncer bajaron y lo más importante, no consumo una gota de alcohol hace nueve años.
¿Cuándo empezó a poner la lupa sobre la administración de las empresas?
En 2017 propuse mi primera auditoría con la empresa Deloitte a raíz de posible fraude entre el gerente financiero puesto por Cristina y el gerente de Frutika, Sergio Retamozo. La auditoría detectó inconsistencias incluyendo a Cristina; 8 personas fueron despedidas en ese entonces.
Pedí una segunda auditoría a Bakertilly con el objetivo principal de implementación del sistema SAP. De repente ya se formalizaron todas las pérdidas de Frutika.
¿Qué informaciones recibía desde sus empleados?
Recibía permanente quejas, en especial sobre el actuar del marido de Cristina, el señor Sergio Retamozo. Hay mucho descontento por parte del personal y mucho desorden. En 2 años casi 24 gerentes y jefes que no soportaban el ambiente de presión, amenazas y discordia se apartaron. Los administradores ponían sus intereses particulares y sentimentales con extorsión, posible robo y supuesto fraude endémico, en vez de priorizar la empresa.
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¿De qué se trata la carga supuestamente contaminada con ilícitos que partió a empresa fantasma en Bélgica?
Cuando Cristina me comentó sobre el trato de envíos al exterior y la transferencia por adelantado que se giró desde Panamá me llamó la atención, era demasiado buen negocio para ser verdad. Informé sobre esto a la Senad.
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¿Cuál es su relación con su yerno Retamozo?
Yo no lo conozco personalmente, la primera vez que hablé con él fue profesionalmente en una reunión de gerentes. En el organigrama que me presentaron tenía demasiadas atribuciones, lo cual me llamó mucho la atención, casi todas las operaciones eran para él. En la práctica era un segundo gerente general, cuando retomé la gerencia general mi primera decisión fue despedirlo.
¿Para qué quiere recuperar el control de la empresa y en qué fase se encuentra ese plan?
Estoy tratando de pacificar la situación laboral y comercial. Nadie puede trabajar y ser productivo en un ambiente hostil. Quiero conocer el nivel de desorden en el que estamos. Cada intento de mis abogados está siendo rebatido con dudosas medidas cautelares.
“Hoy estoy con mucho ánimo y de muy buena salud pues todos los valores de cáncer bajaron y lo más importante, no consumo una gota de alcohol hace nueve años”.
Si pudiese cambiar algo, ¿Qué sería?
No sé… el plan estaba bien hecho, quizás Cristina no pudo estudiar más por culpa mía…
Un mensaje para Cristina
Fácilmente no le voy a entregar las empresas. Mi consejo humilde como mamá (entre lágrimas) y gerente general, es que tome algunos años fuera de la empresa aprovechando sus hijos, que se concentre en su salud mental; que desarrolle sus conocimientos, calificaciones que le puedan un día facilitar decisiones con mayor madurez. Mi profundo y más sincero pedido es que de un paso al costado evitando así que se produzca más daño personal, provocando la pérdida de credibilidad empresarial tanto en el mercado interno como internacional y finalmente que disfrute de su familia, que tenga más libertades y menos responsabilidades. Quiero sentarme con ella para encontrar la forma de que la empresa siga siendo exitosa.
“NO VOY A PERDONAR LA TRAICIÓN, CRISTINA Y YO NO FUNCIONAMOS JUNTAS”