Martín es un niño que acostumbra a empezar sus mañanas desayunando una empanada acompañada de un vaso de gaseosa. Como a media mañana, ya le resulta inevitable comer algún sándwich de milanesa que compense su apetito y en su almuerzo prefiere comer una hamburguesa bien cargada, sin olvidar acompañar de papas fritas.
El pequeño tiene tan normalizada esa rutina que ni él, ni su familia, dimensionan el impacto calórico en su vida, con repercusiones a largo plazo que van desde la hipertensión hasta la obesidad.
La falta de ingesta de nutrientes saludables no solo puede ser sinónimo de malos hábitos alimenticios, sino también una bomba de tiempo que desencadena en la destrucción de la salud, tarde o temprano.
Esta realidad ya comienza a presentar sus devastadores efectos en Paraguay pues, de acuerdo a datos del Ministerio de Salud, unas 2.600 muertes al año están relacionadas con la obesidad, afectando a 2 de cada 3 paraguayos.
Las últimas cifras estudiadas en 2018 indicaron que el 23% de los adultos padece obesidad, mientras que a 1 de cada 3 niños y adolescentes le afecta este mal.
Así, estar rodeado constantemente de un ambiente obesogénico contribuye a que las cifras presentadas se acentúen con el paso del tiempo, desplazando a niños como Martín al completo desconocimiento de hábitos más saludables que puedan ayudarlos a mejorar su rutina alimenticia.
IMPORTANCIA DE COMER SANO
“Los malos hábitos alimenticios desde la niñez resultan en una adolescencia o adultez con enfermedades crónicas no transmisibles, como la diabetes, el triglicérido, colesterol alto, etc.”, explicó la licenciada en Nutrición, Paloma Acosta.
Es indispensable acostumbrarnos a comer alimentos más sanos desde pequeños. La profesional indicó que los adultos deben dar el ejemplo a los más pequeños. Así, al animar a consumir menos comidas procesadas y galletitas, cambiándolas por alimentos más caseros, los niños irán internalizando esto para comer mejor.
“Se debe buscar un equilibrio entre la ingesta de alimentos saludables y comidas chatarras, con el objetivo de reeducar nuestro paladar”, manifestó Acosta. Entonces, se forma un balance alimenticio, lo que no es sinónimo de dejar de comer esa pizza que tanto te gusta, o sea, podrías consumir en mayor medida alimentos saludables, dejando la pizza para cada quince días”.
A esta recomendación se la conoce como la regla 80/20, que consiste en comer un 80% o más de alimentos saludables, frente a un 20% o menos de comida chatarra. Para este cálculo, la nutricionista señaló que las personas deben tener en cuenta su rutina: si realizás 5 comidas al día, equivale a 35 a la semana, de esta cifra sacás el porcentaje de las comidas totales y los comestibles con los cuales te diste el gusto.
“Más allá de cambiar tu hábito alimenticio, se trata de comprender lo que estás comiendo y el aporte que te genera. Por eso debemos ir al nutricionista desde chicos, no por estética, sino para aprender a alimentarnos mejor”, aconsejó la profesional.
Asistir a un nutricionista no tiene el único objetivo de bajar de peso, va más allá y busca crear mayor consciencia alimenticia, formando una verdadera educación nutricional que nos ayude a comprender por qué está mal elegir una empanada con gaseosa como desayuno, antes que un plato de cereal.
DATOS ADICIONALES
– El 58% de la población adulta y el 32% de los escolares y adolescentes presenta sobrepeso y obesidad.
– El 60% de los escolares consume bebidas gaseosas más de una vez por día.
– El 10 % de la mortalidad total es atribuible a la obesidad.