Un siglo atrás, un indio -ciudadano de la hoy República Federal Parlamentaria de la India- sólo habría podido entrar al White’s Gentlemen’s Club de Londres si servía a sus socios el té junto con el infaltable ejemplar del Times en bandeja de plata.
Hoy, si el nuevo inquilino de Downing Street N° 10 lo deseara, podría compartir una conversación en el circunspecto salón de estar aunque no está del todo claro el talante con que sería recibido por los socios de más rancio abolengo.
El nuevo Primer Ministro al que el rey Carlos III encargó formar Gobierno nació en la ciudad de Southampton, se llama Rishi Sunak y es hijo de Yashvir Sunak, médico de familia y Usha Sunak, farmacéutica, ambos indios punjabíes emigrados de África a Gran Bretaña en los años ’60.
Sunak estudió filosofía, política y economía en Oxford para luego graduarse en administración de empresas en la Universidad Stanford, la escuela de negocios más prestigiosa del mundo. En aquel ambiente conoció a la que hoy es su esposa, Akshata Murty, hija de Narayana Murthy, un multimillonario indio y cofundador del gigante de servicios digitales IT Infosys, uno de cuyos lemas es: “Aprovechar la revolución del talento para seguir siendo relevante en el futuro”. Eso nos da una idea del universo en el que se maneja el Primer Ministro británico recién inaugurado.
A sus 42 años, Sunak es el político más joven en llegar al cargo en los últimos 200 años, lo cual no es poco para una nación enamorada de la tradición. Es mucha energía al servicio de una función que, de partida, le va a exigir el máximo posible. Gran Bretaña está sumida en una profunda crisis producto de la fugaz pero conmocionante pasantía de Liz Truss, la ultraconservadora que intentó aplicar a la economía un remedio para elefantes imponiendo una radical reducción de impuestos.
Durante la campaña que ungió a Truss, Sunak se había opuesto tenazmente a la idea prediciendo turbulencias si se atrevía a materializarla. Ahora es su turno de probar lo contrario, conduciendo una política gradual de prudencia hasta domar la inflación y a continuación emprender reformas fiscales.
Dicen que Tony Blair, el Primer Ministro laborista, fue un sapo que nunca pudo tragar Isabel II. Y eso que era escocés, hijo de escoceses.
¿Cómo le estará yendo, en ese menester, a Carlos III con el indio-descendiente Rishi Sunak?