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La economía del kilovatio

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Hay una vida más allá del diesel y del gas licuado

Un timbre de alarma acaba de dispararse en Europa, preocupada ante la posibilidad de un invierno riguroso y con escasez del combustible por excelencia para la calefacción, el gas licuado de petróleo. El mercado mundial del hidrocarburo sufre los embates de un progresivo encarecimiento que afecta el consumo masivo, en especial en la Unión Europea, China, India, Japón y otras grandes economías del sudeste asiático. Este escenario va a redefinir el precio de los derivados del petróleo en los próximos meses.

El Paraguay ya sufre directamente, en cada hogar que use gas licuado, el impacto de esta lucha de precios. Y pronto, el conflicto se trasladará al costo operativo del transporte, el de pasajeros entre ellos. Entonces, ¿no es hora de que un Gobierno despierto y proactivo diseñe un nuevo modelo de matriz energética variando los hábitos y sistemas de consumo?

El “modo hidrocarburo” va siendo cada vez más caro, ineficiente y contaminante. El Laboratorio Nacional de Energías Renovables (NREL) de EE.UU. ha hecho comparaciones sobre el consumo de combustibles en buses de pasajeros, tomando como unidad de conversión los litros de diesel que se necesitan para recorrer 100 kilómetros. Un bus movido a gas natural comprimido gasta el equivalente de 71,2 litros de gasoil; los de gasoil propiamente, 56 litros; a hidrógeno 39 litros y a energía eléctrica con baterías, 13,8 litros.

¿Queda claro, verdad? Un bus eléctrico gasta un 25% de lo que consume uno a gasoil. Con las siguientes ventajas: tenemos energía eléctrica propia, los buses eléctaricos son más silenciosos y menos contaminantes.

¿Por qué será que aún no hemos elegido este sistema?.
Lo mismo pasa con las cocinas hogareñas. Para hervir tres litros de agua a temperatura ambiente, elevándola de 27 a 99,9°C, el GLP aprovecha sólo el 40% de la energía consumida mientras que una cocina de inducción electromagéntica aprovecha el 84%. En suma, la inducción es tres veces más eficiente que el GLP. Al mismo tiempo, un par de placas de inducción cuestan, a precio de mercado, unos US$ 120 mientras que una cocina a gas de dos hornallas está a un promedio de US$ 250.

Romper la hegemonía del negocio del petróleo no es moco de pavo. Pero habrá que empezar el proceso en algún momento. Se trata de abrir opciones que nos rescaten de un monopolio demasiado pesado para una economía frágil como la nuestra.

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.