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La democracia, la ciencia y la tecnología

Este domingo tuve la oportunidad de acompañar de cerca las elecciones presidenciales en Uruguay, las cuales pasaron al ballotage como muchos saben.

Comparto algunas reflexiones sobre esa experiencia:

– Uruguay es un país muy desarrollado en muchos sentidos, tiene una importante red vial en el interior, un PIB mayor al de Paraguay a pesar de que tienen menor cantidad de habitantes, pero principalmente, tienen una cultura cívica y democrática admirable.

– Días previos a las elecciones vimos en las calles y en los semáforos, muchas personas con banderas de sus candidatos, repartiendo folletos como también vemos en Para­guay. Lo llamativo es que están todos juntos, o sea no se reparten territorio, no se pelean por un semáforo, se juntan todos los representantes de las distintas listas y de manera civilizada cada uno hace su trabajo o su voluntariado.

– Las mesas de votación se integran por funcionarios públicos que ese día pasan a cum­plir una carga pública por sorteo. Ellos no representan a nadie, su única función es hacer respetar la soberanía popular.

– Fuera de los locales de votación podemos encontrar a muchos “militantes” como se denominan a las personas que trabajan “repartiendo listas” de distintos candidatos. Los mismos ponen unas mesitas y quedan en la misma puerta de los locales de votación, no ofrecen más que unos papeles, no hay caramelitos, ni empanadas, nada. Solo las listas.

– Si bien cada lista tiene un delegado electoral, no se siente una preocupación (o por lo menos yo no la sentí) de que “te carguen la urna”, pero tampoco las mesas tienen un veedor dedicado a garantizar a que no te “modifiquen el acta”

Soy consciente que muchos van a leer estas líneas y dirán, en Paraguay esto es una utopía, acá no se puede, porque tal partido, o porque fulano, porque la democracia en Paraguay aún no maduró, porque no se puede confiar y porque se va a seguir modifi­cando y ajustando la voluntad del pueblo con prácticas inadecuadas.

Estoy leyendo el libro “La Política en el siglo XXI”, de Jaime Duran Barba y Santiago Nieto en el cual describen paradigmas y falacias de la vieja forma de hacer política, y es evidente que mucho está cambiando en el mundo y también en Paraguay. Entonces, ¿cómo nos estamos preparando para afrontar estos cambios que se vienen inexorable­mente? ¿Vamos a seguir haciendo política en base al olfato de la dirigencia o podemos innovar introduciendo el método científico en la política? ¿De qué manera vamos a escuchar, comprender y dar respuesta a la ciudadanía?

¿Estamos preparados para innovar e incorporar ciencia y tecnología en las campañas políticas? Y si la respuesta es sí, ¿nos permitiría consolidar nuestra democracia renovan­do la forma de hacer política?

Y a propósito de la tecnología, ¿recuerdan las patinetas eléctricas de São Paulo que comenté en la columna anterior? También esa tecnología y ese servicio se encuentran disponibles en Montevideo. Y en Asunción, ¿para cuándo?

Columnistas
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Expertos en Historias urbanas.

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