El Paraguay tiene un capital importante para su desarrollo, su juventud. Hoy tenemos en nuestro país al 56% de la población con menos de 30 años y somos uno de los países con mayor bono demográfico de la región, según datos oficiales de los organismos encargados de Encuestas y Censos.
Estos datos e informes nos dan un panorama alentador, ya que hasta el 2050 tendremos este fenómeno, que quizás no volverá a repetirse. La cuestión está en invertir en nuestro futuro, apostar los recursos humanos y económicos para potenciar el capital que tenemos como sociedad, y cuando hablamos de inversión, que esta sea mayor en educación, mínimamente el 7% del PIB como ocurren en varios países de la región, y darles calidad y transparencia a los recursos destinados.
Ahora vamos a otro punto importante, que tiene que ver con la juventud paraguaya y su relación con la política, y su influencia en nuestra democracia. Para el 22 de abril del 2018, más de 150.000 jóvenes estaban habilitados de manera automática para votar, amparados en la Ley 4559/12 y sumándose a los 1.200.0000 menores de 30 años. En total el 31,7% de los habilitados son jóvenes en un rango de edad de 18 a 29 años, constituyéndose en el grupo etario que puede definir elecciones. Los antecedentes nos indican que, en los últimos comicios, la participación no fue de las mejores, aunque hubo avances.
No parece suficiente lo que se consiguió, falta mayor participación en los espacios de decisión, influenciar así de manera positiva en las políticas públicas, municipales y nacionales, o como se dice imponer una agenda para reivindicar mejores oportunidades para una Juventud paraguaya, con pocas chances de tener una educación gratuita y de calidad, dos palabras que nos garantiza la Constitución Nacional y no se da en la práctica, ya que el 55% de adolescentes y jóvenes de entre 15 y 29 años no asiste a ningún establecimiento educativo. El desempleo y subempleo también es una cuestión corriente para la juventud, pues 1 de cada 3 están en esas condiciones. Estos son problemas sociales que afectan a todos, pero en gran medida los más golpeados son los jóvenes.
Es fundamental analizar la sociedad en la que vivimos, los cambios culturales que se fueron dando a través del tiempo, la influencia del sistema dictatorial y la educación en los niveles obligatorios, donde hubo una ausencia casi total de lo que llamamos educación cívica.
Debemos comprometernos con nuestro país, con la participación en espacios de decisión, en los barrios, en los centros Educativos, Universidades y más que nada en la Política, en los partidos y movimientos, como actores protagónicos con ideas, generando debates, proponiendo y por sobre todo aportando a la construcción de una mejor sociedad. Sin participación no hay transformación.
El Paraguay nos necesita a todos, pero más que nunca necesita una juventud decidida con una nueva forma de hacer política, que proyecte un Estado servidor y transparente, que combata la pobreza con educación de calidad, que rompa con la corrupción en todos los ámbitos, que se anime a decir sus verdades, que le de importancia a la naturaleza y preserve el ecosistema, que recupere el patriotismo, que no discrimine, que ponga en alto los valores democráticos y que participe.
Es imperante la necesidad que tenemos de nuevos liderazgos en los espacios de toma de decisiones, para mejorar la calidad de nuestra democracia, nuestro Estado y nuestro País.
MAS QUE NUNCA JÓVENES, HAGAMO POLITICA