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Intolerable inmoralidad

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Potentados al asalto de un ente con misión social

Las enfermedades potencialmente terminales para la vida ponen a las personas en situación límite. Sólo una minoría de personas dispone de recursos propios para intentar doblarle la mano al destino y salvar la vida del enfermo. Pero en la mayoría de los casos, el hogar impactado sólo cuenta con dos opciones: el Instituto de Previsión Social si es cotizante del sistema, o los hospitales públicos como último recurso.

El IPS fue constituido por un decreto-ley de 1943. La urgencia por encaminar un sistema previsional de salud y retiro queda revelada en el artículo 2° que expone el grave panorama de salud pública que enfrentaba el Gobierno: “Los enfermos de tuberculosis y lepra, a más de asistencia médica y farmacéutica, tendrán derecho al subsidio pecuniario que en su oportunidad se reglamentará. Los enfermos de otras afecciones gozarán solamente de la atención médica y farmacéutica…”. Ambas afecciones desnudaban la alta precariedad de condiciones de vida que regía en aquellos años vapuleados por una guerra mundial y por convulsiones políticas internas. El Gobierno consideraba “justo y humano que el Estado y el patrón cuiden la salud de los empleados, obreros, padres, etc …”. En suma, era política pública de alta prioridad sostener en la adversidad, mediante un sistema solidario, a las capas de la población menos favorecidas en sus condiciones sociales y económicas.

Pero la historia prueba que estos fines fueron distorsionados a medida que los centros médicos evolucionaron incorporando especialidades médicas, aparatología y tecnología periférica de alta complejidad, la mayoría, procedimientos muy costosos. Es entonces cuando apareció la peor especie de parásitos del sistema previsional, los políticos amorales y, últimamente -dado el resonante caso del pastor de marras- gente que disponiendo de patrimonio suficiente para afrontar por su cuenta una medicina extremadamente cara, apela a padrinazgos e influencias políticas para beneficiarse con atención gratis en una entidad reservada sólo para contribuyentes del sistema.

Estos casos nos llenan de vergüenza como República y desatan, al mismo tiempo, la justificada indignación de ciudadanos que deben esperar meses una atención y, más de una vez, conformarse con una palmada en la espalda y un “tiene turno para dentro de seis semanas”.

Tanta inmoralidad es francamente intolerable.

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.

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