Se la combate con acción, no con montañas de papel
Hay dos maneras de evaluar el rechazo que tuvo en la Cámara de Diputados el proyecto de ley con el que se buscaba regular la conformación de las denominadas “comisiones de seguridad ciudadana”. Por un lado suenan razonables los argumentos esgrimidos durante la plenaria en el sentido de que el proyecto adolecía de una falla fundamental: violaba las atribuciones exclusivas conferidas por la Constitución a la Policía Nacional en materia de orden público y seguridad de las personas, al no establecer con claridad las competencias que se pretendía asignar a dichas comisiones.
Pero por el otro, en el registro de actividades del Congreso está documentado el interés que el tema despierta en la ciudadanía y la respuesta dada por el organismo legislativo. Además del proyecto rechazado, Diputados tiene en estudio otro proyecto de ley que apunta a la creación, en el ámbito de la Municipalidad de Asunción, del Comité de Seguridad Ciudadana con la finalidad de “planificar y coordinar entre las entidades partícipes de la seguridad ciudadana, las políticas y las acciones que desarrollarán cada una de ellas, en el marco del respeto a sus competencias y funciones que fijan la Constitución y la ley”. El proyecto duerme desde 2013 en la Comisión de Asuntos Constitucionales.
Además, también hiberna en el mismo recinto el proyecto de ley que crea el Sistema Nacional de Seguridad Ciudadana (Sinasec) con el que se propone “la coordinación eficaz y eficiente de la acción del Estado y la promoción de la participación ciudadana, en el marco de la Estrategia Nacional de Seguridad Ciudadana (ENSC)”. Y por si faltara algo, también junta polvo en algún cajón de la cámara baja otro proyecto de ley de “regulación de la seguridad ciudadana” (¿?) destinado “garantizar la seguridad ciudadana en el territorio nacional a través de políticas y acciones integradas que garanticen la convivencia pacífica de los ciudadanos promoviendo…” etc.
El ciudadano que padece dia a día el acoso de peajeros, motochorros y descuidistas, y que es golpeado, acuchillado o baleado a la menor resistencia, espera que los servidores del Estado (es una metáfora) respondan a su angustia no con papeluchos sino con acciones prácticas. Leyes, resoluciones, decretos y memorandums los hay a montones.
El ciudadano espera menos diarrea verbal y más acción.