Desborda de estudios y planes pero padece un vacío de gestión
Una vez más, la gestión improvisada alcanza a un órgano del Gobierno que se destaca por su anacronismo, inutilidad y alto costo de funcionamiento. El Instituto Paraguayo del Indígena (INDI) recibe su enésimo presidente extraído prácticamente de la galera. Nadie sabe a ciencia cierta por cuáles méritos fue elevado a la máxima jerarquía de la entidad que este año va a costarle al contribuyente unos Gs. 67.000 millones.
En la web oficial del INDI está colgado un documento titulado Plan Estratégico Institucional 2021-2025, que tiene 75 páginas y responde letra por letra al manual del perfecto consultor internacional por su lenguaje florido y lleno de rulos conceptuales. Por ejemplo, en una parte promete “reconocer, respetar y fortalecer las formas de ser de los pueblos indígenas; garantizar el cumplimiento de los derechos de los pueblos indígenas; mejorar las condiciones de vida de los pueblos indígenas y desarrollar políticas públicas que aseguren una protección diferenciada a los pueblos indígenas”. Luego define cómo llegar a esos objetivos: “La planificación estratégica es un proceso de evaluación sistemática de la naturaleza de una entidad, definiendo los objetivos a largo plazo, identificando metas y objetivos cuantitativos, desarrollando estrategias para alcanzarlos y localizando recursos para llevar a cabo dichas estrategias…” Y así, largamente, con gráficos de vivos colores y fotografías de museo etnográfico.
El documento de marras fue preparado por un grupo de 35 funcionarios del INDI, seis de la Secretaría Técnica de Planificación (STP) y otros seis de la FAO. Entre ellos hay abogados, sociólogos, licenciados en diversas áreas y hasta tres economistas, entre los cuales no figura el señor Omar Pico, que es economista. ¿No hubiera sido lógico ir a buscar entre esos profesionales al nuevo jefe del indigenismo institucional paraguayo? Por lo menos hubiera sabido un tantito más que el exconcejal “nenechista”, quien como primer acto de servicio se plantea reenviar a sus lugares de origen a los indígenas que penan y mendigan en las calles asuncenas.
El INDI es, repetimos, un anacronismo caro e inútil, rémora de una era paternalista en la que un montón de calientasillas citadinos consumen presupuesto sin siquiera haber vistado algún asentamiento indígena.
Muy desesperanzador. Y costoso.