Durante el 2020, los incendios forestales arrancaron en el mes de octubre. Específicamente el jueves 1 de octubre con una jornada que generó también cortes de energía y agua; sin embargo, este año, las llamas ya comenzaron a propagarse a mediados de este mes.
A pesar de ser un escenario recurrente, el Gobierno continúa promoviendo acciones de mitigación y no así un plan permanente con base en los efectos del cambio climático a nivel mundial, que ya se han vuelto prácticamente en “una normalidad”.
El presidente de Desarrollo para la Democracia (Dende), Alberto Acosta Garbarino, señaló que los fenómenos que hoy se viven en el país constituyen una verdadera amenaza y el país tiene que adoptar políticas de Estados contundentes.
“Esto ya no es una emergencia, lo del clima va ser una nueva normalidad y hay que tener medidas de prevención para estos vaivenes”, señaló.
De la misma forma, expresó su preocupación ante la debilidad en materia social como salud y educación. “Están politizados y no tienen la fortaleza que tienen los ministerios económicos. Entonces podemos promulgar leyes, pero no tenemos estructura institucional para hacerlas cumplir”, opinó.
La intensa labor que llevan adelante actualmente los bomberos voluntarios ante el avance del fuego y la propagación de los focos de calor es reactiva, pero pudieron ser evitados desde inicio del año ya que la sequía y falta de lluvias habían sido anunciadas por la Dirección de Hidrología meses atrás.
“Para el ciudadano común puede ser sorpresa. Pero para un gestor de riesgo no. Hay muchas instituciones responsables como la SEN, el MAG, el Infona, municipios y más. Existe un decreto donde se estipula una red de instituciones responsables del análisis de estas situaciones”, señaló el experto en incendios forestales Rubén Valdéz.
De hecho, en La Ley 4014 se encuentra en detalle las responsabilidades de cada ente público para prevenir y actuar ante estas catástrofes medioambientales. Sin embargo, no registran resultados positivos.
Señaló que, en su experiencia, los incendios no pararán hasta que caiga una buena cantidad de lluvias.
“Por eso vienen aviones de Venezuela, Chile y Argentina. Mientras lo que hacen los bomberos es la contención, pero no la extinción. Solo con una buena lluvia se puede dar una solución definitiva”, expresó.
LIMITACIONES
Para contener un incendio de mediana o gran envergadura se necesitan cinco combatientes en el área urbana. Sin embargo, para las zonas boscosas, para incendios menores se necesitan cinco veces más.
“Además del equipamiento adecuado, las bombas utilizadas en las zonas urbanas no sirven para las zonas boscosas. En Ypacaraí se quemó un autobomba el año pasado por este motivo. El bombero necesita equipamiento”, dijo finalmente.
GUARAMBARÉ
La Secretaría Nacional de Emergencia Nacional (SEN) reportó 9388 focos de incendio en la mañana del sábado, de los cuáles 2034 iniciaron en las últimas doce horas. Concepción y Amambay fueron los departamentos más afectados con 970 y 603 focos cada uno.
José Duré, comandante de la 17° Compañía de bomberos de Guarambaré, señaló que el año pasado ya se registraron, en el peor momento, unos 9.000 focos de incendio. Mientras que ahora, en pleno invierno, se registra una cantidad similar.
“Creo que puede empeorar en verano. Vamos a llegar con el esquema a destiempo. Porque comenzamos en septiembre y parte de octubre. Pero en esa época del año, inician las lluvias. Pero ahora, en pleno agosto, tenemos una cantidad demasiado importante de incendios”, comentó.
Finalmente, señaló que ellos se basan en el cálculo “tres 30”. La misma consiste en que a temperaturas de 30° o más, vientos de 30 kilómetros por hora y la humedad menor al 30% son los condimentos ideales para que proliferen los incendios.
“Hay gente que tiene la intención de limpiar sus patios, pero no dimensionan la velocidad de los vientos. Así inician las catástrofes. Los recursos también son limitados a nivel de recursos humanos”, dijo finalmente.
