Si hay una oficina gubernamental que está demostrando su absoluta inutilidad es el Instituto Paraguayo del Indígena (INDI). Se trata de un resabio del antiguo tratamiento paternalista de la “cuestión indígena”. Hasta el nombre es anacrónico puesto que hoy ya no se habla de indígenas sino de pueblos originarios. Pero más allá de lo meramente formal, el tema de fondo es que el INDI no ha servido para desactivar conflictos sino para emplear gente e insumir recursos que bien podrían dedicarse a otra cosa. Sin ir más lejos, un informe conocido recientemente da cuenta de que la institución le ha hecho gastar al Estado Gs. 3.000 millones en vehículos diversos de cuyo uso no existe un informe confiable, incluidas dos ambulancias que nunca llegaron a los hospitales que se supone debían servir.
La sinrazón de su existencia tuvo su clímax hace algunos días cuando miembros de varias comunidades decidieron protestar cerrando el Puente Remanso y generando colas y trastornos diversos en el tránsito entre las dos regiones. ¿Motivo? Una nimiedad: “La presidenta no nos recibe” informaba uno de los voceros. Este es el argumento más recurrido en la historia del ente, cuyas vetustas oficinas están permanentemente acosadas, bloqueadas o bien, directamente invadidas por cualquier razón.
Las naciones originarias con sus idiomas, tradiciones y culturas, debieran dar un paso histórico y conformar una entidad que las aglutine como organismo de presión legítima ante el Gobierno central.
Porque, ¿cómo seguir sosteniendo este mamarracho institucional manejado por “blancos paraguayos”, con mentalidad de burócratas de oficina, cuya presidenta ni siquiera habla guaraní? ¿Necesitan los pueblos originarios que los representen funcionarios sentados en una oficina, juntando papeles y esperando la hora de marcar tarjeta para mandarse a mudar? ¿No es hora de que den un portazo y entren a la mayoría de edad, representándose a sí mismos con autoridad y solvencia? Muchas parcialidades cuentan con gente preparada, no poca con rango académico, que sabrían cómo defender sus reivindicaciones hasta ahora intermediadas por una burocracia jurásica tan inútil como costosa.
Haría bien el Presidente de la República en disolver el Indi. Y de paso ahorrar unos buenos guaraníes en época de seca.