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Hace 57 años se firmó el Acta de Yguazú, documento base del Tratado de Itaipu

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Luego de sucesivas reuniones y arduas tratativas entre los cancilleres de Paraguay y Brasil, el 22 de junio de 1966 se firmó el Acta de Yguazú, documento considerado la “piedra angular” para la edificación de la Central Hidroeléctrica Itaipu, lo que siete años más tarde, en 1973, se consolidaría con la rúbrica del tratado.

Para el efecto, hace 57 años mantuvieron reuniones en Puerto Presidente Stroessner (hoy Ciudad del Este) y en Foz de Yguazú, Raúl Sapena Pastor, ministro de Relaciones Exteriores del Paraguay; y el embajador Juracy Magalhaes, ministro de Relaciones Exteriores del Brasil.

Estos encuentros tuvieron como fin fortalecer las relaciones bilaterales, considerando las divergencias limítrofes que existían en aquella época entre ambos países, informó la Itaipu.

Después de haber mantenido varias entrevistas de carácter personal y otras con la presencia de sus respectivas delegaciones, los ministros de Relaciones Exteriores acordaron suscribir el instrumento diplomático que fue denominado el Acta Final o Acta de Foz de Yguazú, o también Acta de las Cataratas, según se señala en el libro “Apuntes para la historia política de Itaipu”, de Enzo Debernardi, donde se precisa que  “mediante dos de los párrafos de ese documento se plantó la semilla que luego fructificó en Itaipu”.

El acta final ayudó a subsanar las discrepancias y plasmó el deseo de reafirmar la tradicional amistad entre los dos pueblos hermanos. Igualmente, puntualiza Debernardi en su escrito, el instrumento dejó constancia de que los cancilleres “expresaron el vivo deseo de superar, dentro de un mismo espíritu de buena voluntad y de concordia, cualesquiera dificultades o problemas, encontrándoles soluciones compatibles con los intereses de ambas naciones”.

En consecuencia, en este documento se proclamó la disposición de los respectivos Gobiernos de proceder, de común acuerdo, al estudio y evaluación de las posibilidades económicas, en particular de los recursos hidráulicos, pertenecientes en condominio a los dos países, del Salto del Guairá o Salto Grande de las Siete Caídas, para el aprovechamiento hidroeléctrico.

En el párrafo del documento binacional considerado el más importante, los cancilleres “concordaron en establecer, desde ya, que la energía eléctrica eventualmente producida por los desniveles del río Paraná, desde e inclusive el Salto del Guairá o Salto Grande de las Siete Caídas hasta la boca del río Yguazú, será dividida en partes iguales entre los dos países, siendo reconocido a cada uno de ellos el derecho de preferencia para la adquisición de esta misma energía a justo precio, que será oportunamente fijado por especialistas de los dos países, de cualquier cantidad que no sea utilizada para la satisfacción de las necesidades del consumo del otro país”.

Con la firma de aquel histórico acuerdo se dio inicio al estudio para la construcción de la mayor productora de energía hidroeléctrica del mundo, que sigue manteniendo en alto su liderazgo en récords de generación.

Edificada por paraguayos y brasileños, la Central Hidroeléctrica Itaipu se convirtió en una de las siete maravillas de la ingeniería moderna del planeta. Actualmente, la usina abastece a casi el 85 por ciento del consumo de Paraguay y suministra casi el 12 por ciento de toda la energía que demanda Brasil.

 

Fuente: Agencia IP

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.

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