Saber hacer, sí. Pero también saber liderar.
“Las habilidades duras pueden prepararte para una buena entrevista, pero las blandas son las que te van a garantizar un empleo”. Sin embargo, ambas parecen ser imprescindibles según sea el rol que se reserva para el candidato en estudio.
Para seguir es necesario definir ambos conceptos.
Se entiende por habilidad dura aquellas competencias producto de un estudio académico específico. Las comprenden los licenciados, doctores, ingenieros, arquitectos, etc. que se han preparado para ejercer profesiones y oficios determinados. Son indispensables.
Por otro lado, las habilidades blandas son las que apuntan a detectar en las personas su desempeño en las relaciones interpersonales, en la capacidad de liderazgo y su actitud frente a determinados escenarios de trabajo.
Pongamos un ejemplo. Un laboratorio de genética molecular debe incorporar un grupo de profesionales. Los buscará entre los mejores egresados de la universidad o tratará de “robárselos” a algún colega de la competencia. Debe garantizar los mejores perfiles profesionales para mover una empresa con altas metas técnico científicas. Esas serían las habilidades duras.
Luego, con el día a día, se va palpando la necesidad de que ese grupo alcance sus mas altos niveles de desempeño, para lo cual deberá contar con un buen clima de trabajo y una dirección precisa. Allí es donde surge el liderazgo y la capacidad de ensamblar equipo. Es entonces cuando deben aparecer las habilidades blandas.
Las empresas de vanguardia en materia de captación de talento humano ya manejan las dos habilidades como variables indispensables para lograr un buen desarrollo de objetivos. Han comprendido que de nada sirve incorporar un puñado de genios si todos trabajan por su cuenta y sin verse unos con otros. Lo que antes los jefes de personal buscaban intuitivamente en los candidatos a ser incorporados hoy lo tienen a mano sistematizado. Ya no se habla de “recursos” humanos sino de talento.
Lo interesante sería que el sistema educativo fuera detectando tempranamente esas habilidades blandas, evaluarlas e ir documentando desde el comienzo ese perfil que mañana le será útil al joven en su búsqueda del primer empleo.
Título en mano, eso sí. Pero también descubriendo y fomentando esa condición que antaño se conocía como caudillaje y hoy se prefiere llamar liderazgo.
El caudillo manda. El líder persuade.