“Los alumnos necesitan estar en en clase”.
Esta sorprendente conclusión pertenece al ministro de Educación y Ciencias, que por lo visto ha estado preocupándose últimamente sobre el tema. Lo dijo en medio de una especie de diálogo informal en el que también expresó regocijo ante el esfuerzo que realizan padres, docentes y alumnos por retomar la normalidad. Idéntica preocupación pareció demostrar otro protagonista esencial de este antiguo drama que a veces se repite como farsa, como dejara escrito Carlos Marx. Y nos referimos al presidente del sindicato de directores de escuelas quien, luego de hartarse de repetir que los maestros no volverán a las aulas si no reacondicionan los edificios escolares, ahora se lamenta de la pérdida de horas de clase.
En estas manos está la educación pública en el Paraguay. Por un lado, un ministro que tardó 18 meses en darse cuenta que los niños “necesitan estar en clase”. Por el otro, un sindicalista que de pronto “ve la luz” y comprueba que la deserción escolar se profundiza y le arruina el futuro cada vez a más niños, casi siempre, pertenecientes a las familias de condición socioeconómica más vulnerable.
Lo dijimos antes y lo remarcamos. En el sistema escolar hay 7.694 escuelas públicas, 590 de ellas subvencionadas. Calculando un promedio de seis aulas por escuela y considerando que la mitad de ellas necesiten reacondicionamiento, a un promedio de inversión de 20 millones de guaraníes por salón de clase significaría un gasto total de no mas de 400.000 millones de guaraníes. Eso implica algo más de la mitad de los gastos de capital previstos para el MEC este año.
Y estos no son cálculos en el aire. Salen del PGN-2021 y de lo que, según el MEC, cuesta construir un aula, es decir, Gs. 51 millones. Sería de pura lógica que restaurar un aula no cueste más de Gs. 20 millones, incluyendo la inevitable “mordida” que se llevan los ejecutores de obras públicas.
En lugar de andar sorprendiéndose ante lo obvio, el ministro de Educación haría bien en encabezar un grupo de tareas que le pase el rastrillo al presupuesto, recoja fondos y se ponga manos a la obra. Le queda la mitad de 2021 para poner a punto las escuelas, dejar de lamentarse y de perder el tiempo. Porque este año, académicamente, también lo perdió.
¿Quiere hacer lo mismo con el 2022 o justificar de una buena vez su jerarquía de ministro?
De lamentos ya estamos cansados. Queremos resultados.