Por lo general, los ciudadanos «comunes», como nos catalogó el exdiputado Carlos Portillo, tenemos suficientes preocupaciones y obligaciones como para estar en el detalle de todo lo que sucede a nivel municipal e incluso nacional. Ahora en tiempos de elecciones municipales, miles de caras destruyen y poluyen nuestras comunidades, con el afán de «entrar a la cancha», pero la gran parte de ellos se encuentran hace años en la función pública, algunos hace más de 20, donde sus promesas de campaña y slogans son «somos el cambio» o similares, por lo único que se han destacado ha sido por tranzar cargos para sus familiares, por sobrefacturar, hacer negocios por debajo de la mesa y nuestras ciudades, cada vez más destruidas y postergadas.
Existen mínimas y honrosas excepciones de iniciativas impulsadas por concejales que han sido pensadas con el pueblo y para el pueblo, donde nace la pregunta ¿Cuánto realmente nos cuesta mantener a estos cadáveres feudales que tienen cada uno un equipo a su cargo para no hacer absolutamente nada por la comuna?
Vuelvo a decir, existen excepciones, pero toda la carga de inutilidad del resto de los colegas pone del otro lado de la balanza un peso que no compensa la labor de los que a veces tienen la valentía de hacer algo dentro de una caja de holgazanes. No sería muy utópico pedir que se extingan las concejalías en todos los municipios del país ¿por qué? porque realmente no va a cambiar nada en la operativa, lo corrupto seguirá siendo corrupto y lo sano, sano, pero estoy seguro que los ciudadanos comunes no van a sentir su ausencia, además de ahorrar millones de guaraníes mal derrochados a los contribuyentes.
