La situación también empieza a empeorar en el área rural. Hace años que a los campesinos se les presentan graves dificultades para subsistir, muchas veces no cuentan con servicios básicos, con educación en escuelitas que ya de por sí son precarias y prácticamente no tienen acceso a la salud, además de ser acosados permanentemente por los terratenientes, fumigados por los sojeros, desalojados y perseguidos por los órganos de seguridad, con el objetivo de expulsarlos de la tierra, para producir soja, biocombustibles y eucaliptos, que no se pueden comer.
“El campesinado vive del autoconsumo, con las gallinas, cerdos, leche, queso, poroto, maíz, de alguna forma tenemos nuestra reserva con la cual la mayoría está sobreviviendo pero están aquellos que no tienen tierra y luchan para poder comer, y ya están pasando hambre, algo que nos preocupa bastante y nos demuestra que si el campesino tiene una tierra donde trabajar significa alimento y vida”, comentó Teodolina Villalba, secretaria de la Federación Nacional Campesina (FNC).
Agregó que como organización federal campesina están haciendo en diferentes departamentos algunas donaciones de su producción a las personas que están necesitando, ya se hizo en Caaguazú, San Pedro, Concepción, Canindeyú, y seguirán en otros departamentos.
“Los pobres somos los que seguimos ayudando y dando la mano a aquellos que necesitan. Es por ello que presentamos al Ministerio de Agricultura algunos pedidos por correo ya que no podemos hacerlo de forma presencial. Entre ellos exigimos que tengan una política productiva para que el campesino pueda alimentarse. Ahora el Gobierno indicó que cuenta con US$ 8 millones que serán destinados a huertas familiares para 50 mil familias urbanas, pero nosotros necesitamos alimentos.
El 90% de lo que consumimos lo traemos de otros lugares y eso nos preocupa por eso presentamos una propuesta sobre un programa hortícola, para que podamos abastecer nosotros al país”, afirmó Villalba.
PROPUESTAS
Ante esta crisis, la Federación Nacional Campesina propuso impulsar la producción nacional y la agricultura campesina que produce alimentos para el país y productos para la industria e invitó a pensar en otro modelo de desarrollo donde el ser humano sea el centro y no el instrumento de una economía para unos pocos.
Plantearon impulsar el Programa de Producción y Comercialización Frutihortícola, principalmente en los rubros de cebolla de cabeza, tomate, locote, papa, zanahoria y verdeos, para el abastecimiento nacional e ir disminuyendo este déficit productivo de forma progresiva.
Para esto se necesita el apoyo estatal de semillas de calidad, media sombra, sistemas de riego, asistencia técnica y créditos. Para llevar adelante este apoyo se podría racionalizar, ajustar, reorientar y articular el presupuesto del MAG ya asignado para el 2020, US$ 66 millones, mientras se elabora una nueva política nacional de apoyo a la producción para el 2021.
Según el propio Ministerio de Agricultura, el 95% de los alimentos frescos que se venden en los mercados de abasto y supermercados son importados, vendiéndose a precios verdaderamente abusivos; mientras en las fincas campesinas se produce con mucha dificultad para abastecer de alimentos a la ciudad, por la precariedad o la falta de infraestructura y cuando se traen los productos, no se pueden vender porque se ponen trabas de todo tipo y porque se prioriza la importación o se llena de productos de contrabando.
