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Ética y política en tiempos de guerra y saqueo

Secretario General del Comité Central del Partido Comunista Paraguayo

El final del 2019 fue coherente con estos tiempos: las propuestas de impuestos del gobierno del fraude alcanzarán a vendedores de chipa, panchos, remedios refres­cantes y demás productos que miles de personas ofrecen para resolver día a día sus necesidades y las de sus familias.

Al mismo tiempo, empresarios del transporte y de la soja fueron –de vuelta- bene­ficiados con exoneraciones y devoluciones de impuestos, fortaleciendo la clarísima orientación del Estado que opera en nuestro país, al servicio de los millonarios y en contra de quienes trabajan de sol a sol.

El stronismo fue el generador de la cultura del saqueo y la entrega al servicio de los monopolios imperialistas liderados por capitales norteamericanos, y sigue reproduciendo su criminalidad y miseria. Y lo más lamentable de todo esto es que sectores que tienen cierta inclinación a la honestidad, la democracia y la justicia social, pregonan que se debe separar la ética de la política y hasta acusan de romanticismo a quienes insistimos que la política solo puede existir si está fusionada con la ética y defiende de manera irrenunciable sus principios en favor del bien común.

A todo el mierdero politiquero legado por el stronismo, o sea, por las patronales, se suma el escándalo en la municipalidad de Asunción, con protagonismo de un grupo de dirigentes y militantes –supuestamente de izquierda- a los cuales ya en el año 2004, quienes militamos en el Partido Comunista, habíamos denunciado por su conducta inescrupulosa cuando, en nombre de un supuesto proyecto re­volucionario, lograban “engañar” a los yanquis y recibir dinero de sus agencias para financiar su actividad política.

Es que la matriz del capitalismo es el lucro, la explotación y la competencia, priorizando la defensa de la explotación en vez de la cooperación y la propiedad social sobre los medios para producir, depredando el medio ambiente y generan­do un clima de creciente violencia y caos.

En este marco, tanto la política de mayores impuestos para los que menos tienen, como el engaño de una supuesta izquierda que, al igual que la derecha, está encandi­lada por el dinero y la corrupción, encuentran su síntesis global en la desquiciada y criminal política de Trump en contra del pueblo iraní que puede desatar una guerra de imprevisibles consecuencias para la humanidad.

De modo que para este 2020, la obligación de quienes defendemos la democracia con justicia social es redoblar esfuerzos para ajustar una estrategia revolucionaria capaz de organizar a las mayorías trabajadoras, en defensa de la dignidad y la vida, con la necesaria fusión de ética y política para sostener un verdadero proyecto de cambio.

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Expertos en Historias urbanas.

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