Los equinoccios ocurren dos veces por año y ocurren en fechas diferentes según se produzcan en el hemisferio norte o el hemisferio sur. El equinoccio se produce en un día preciso en que la noche y el día duran lo mismo, con una diferencia.
El equinoccio de primavera inicia la secuencia de jornadas en que el día va durando cada vez más con respecto a la noche. En cambio, el equinoccio de otoño es la línea de largada a partir de la cual, la noche le irá robando horas al día hasta alcanzar su máxima duración.
En el hemisferio norte, el equinoccio de otoño se produce el 21 de setiembre mientras que el de primavera llega el 21 de marzo, exactamente al revés que en el hemisferio sur.
Las antiguas civilizaciones aprendieron a observar con mucho cuidado la relación entre estos segmentos de tiempo y el comportamiento de la naturaleza.
Las conclusiones tuvieron, para algunas culturas, un significado mágico, religioso y hasta supersticioso. El Panteón de Agripa, construido por el emperador romano Adriano entre los años 118 y 125 de la era cristiana, es uno de los edificios más imponentes de la antigua Roma que ha atravesado casi dos milenios intacto.
Es un edificio circular con una cúpula de 43 metros de diámetro e igual de altura en cuya coronación muestra una abertura (óculo) de 9 metros de diámetro. Por ese enorme orificio, el sol entra al edificio cada 21 de abril e ilumina por algunos minutos la entrada principal del recinto. A partir de allí, se suceden las especulaciones sobre el significado de ese momento en la rutina del imponente templo pagano.
En la cultura maya, la pirámide de Kukulkan muestra durante el atardecer de los equinoccios de primavera y otoño una escalinata que mirada de perfil presenta la silueta de una serpiente producida por un efecto de luz solar que se observa sólo en esos dos días.
Los mayas asignaban un significado sagrado esos fugaces momentos de luces y sombras.
Más al sur, los incas tienen una interpretación más pragmática sobre los equinoccios. La tierra, o Pacha Mama, descansa durante el mes de agosto y en setiembre se prepara la nueva siembra, festividad dedicada a las mujeres y su fecundidad o Kulla (o Coya) Raymi, que tiene un precedente en junio con el Inti Raymi, fiesta del sol y la luz. El ciclo desemboca en el Kapak Raymi o la masculinidad del universo que se cierra el 21 de marzo con el Pawkar Raymi, fin de la cosecha.
Hoy, el equinoccio de primavera se asocia a la fiesta y a la juventud.
Pero bajo todo ese ruido y oropel, la naturaleza sigue su obra sólo visible para quienes quieran verla.