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¡En qué manos estamos!

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En el Congreso se tiran con juicios políticos y causas judiciales

Lo dicen con todo desparpajo, con absoluta falta de vergüenza, sin pudor alguno. “Cuidado con lo que hacés o te hago abrir una causa judicial”… “Otra palabrita más y te echamos de la cámara”…, “No jodas porque la DEA te pisa los talones”…

Lo único que les falta a algunos honorables es hacerle saber al adversario que conoce el colegio al que van sus hijos o a qué hora sale para el super la señora… “Les faltan votos, saben que si insisten les van a reactivar sus causas o que si salen del movimiento quedan por su cuenta ante la justicia”…

Todo esto se dice en público, queda grabado y escrito. Nos hemos acostumbrado tanto a este lenguaje de mafiosos que ya nada nos sorprende. Las cámaras y los bloques partidarios van pareciéndose cada vez más a refugios de delincuentes y a cuevas de impunidad que a recintos de donde salen las leyes o en donde se protegen y preservan las libertades republicanas. Al paso que va todo esto y dada la magnitud de los fabulosos negocios que manejan muchos honorables, no sería mala idea que en lugar de que el pueblo les pague una dieta (casi Gs. 40 millones mensuales), paguen ellos por estar allí sentados, a la sombra de su inmunidad y protegiéndose toda vez que observen el código propio de los mafiosos.

Siempre se ha dicho que las bancas del Congreso tienen propietarios y que la mayor parte de quienes las ocupan son simples levantamanos que obedecen órdenes. Esta relación bastarda entre los poderes fácticos y la legislatura se mantenía envuelta en una niebla impenetrable, aún cuando sus efectos se hicieran sentir con fuerza. Ahora, eso cambió. Los vínculos salen a la luz como las raíces expuestas de un árbol podrido que toman la forma de transferencias bancarias, causas judiciales y fortunas con orígenes de justificación imposible. Esto explica porqué un honorable que ayer votó en contra hoy lo haga a favor, en el mismo asunto.

Revertir este proceso de descomposición moral siempre fue difícil mientras se mantuvo en los dominios de los partidos políticos. Pero si había una manera de volverlo casi imposible, la irrupción de los grandes barones de la droga y del contrabando lo logró.

El Congreso concentra la mayor parte de la desconfianza pública. Grave, porque es una institución clave para la deteriorada salud republicana. Si alguien tiene un remedio eficaz, sería bueno saberlo.

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.