jueves, febrero 13

Embarazo infantil: un gran drama social

El distinguir es hacer que algo se diferencie de otra cosa por medio de alguna particularidad, señal, divisa, etcétera, es usado también como pronominal. Todo ser vivo tiene sus tiempos de vida en los cuales puede y no puede hacer algunas cosas específicas. Existen responsabilidades y actividades para niños, jóvenes y adultos. No vamos a dejar que un niño conduzca un vehículo, ordene o limpie un espacio en nuestra casa, oficina, cuide o eduque a otro ser humano. Así cómo tampoco cargaremos sobre los hombros de un mayor de edad la crianza de un recién nacido. Alimente o se encargue de la demanda de otros. Cada uno en el mundo tenemos actividades específicas que se adecuan a nuestra edad e idoneidad.

Aunque sea complicado creer existen niñas que se embarazan, exactamente, son seres humanos menores de 12 años que deambulan con el vientre hinchado y luego del tiempo que lleva la construcción de una vida en su vientre, lo conciben y después quizá lo tengan cómo su amigo/a o compañero de vida. Existen latinoamericanas que están contra el embarazo infantil. Se trata de Marianny Sánchez Núñez, Paula Barrios, Catalina Martínez Coral y Ana Vera que son las caras visibles del movimiento internacional que lleva un litigio simultáneo ante el Comité de Derechos Humanos de la ONU, que acaba de condenar a Ecuador y a Nicaragua. Países que cómo otros tienen este dilema social que reúne varias consecuencias cómo;

  • Riesgo de mortalidad y morbilidad materna.
  • Riesgo de aborto espontáneo, hemorragia posparto, hipertensión y fístula obstétrica.
  • Riesgo de que los bebés nazcan muertos, prematuros o con bajo peso.
  • Miedo al rechazo, ansiedad, estrés y tensiones familiares.
  • Trastornos emocionales graves, como rechazo hacia el propio bebé.

Un gran problema social

América Latina y el Caribe tiene un deshonroso título que, inexplicablemente, no termina de sacudir a la sociedad: es la segunda región del mundo con las tasas más altas de partos en niñas menores de 15 años, solo superada por África. Eso sin importar la región del mundo no está bien que una niña se embarace. Solo imagine a su hija, sobrina, vecina o a cualquier niña que conozca preñada y moviéndose con las dificultades de una mujer embarazada. O actuando cómo lo hace una mujer en cinta que biológica y psicológicamente está lista para esos difíciles 9 meses que toma la gestación o momento previo al más complejo que se trata del conocer, cuidar y formar la vida del nuevo miembro del equipo familiar.

Según las últimas estadísticas disponibles, de 2021, indican que las tasas de natalidad en los países latimos citados fueron de 53,2 nacimientos por cada 1.000 niñas entre 10 y 14 años de edad.

Esta triste realidad nos debe preocupar y ser conscientes de distinguir quienes pueden hacer estas tareas particulares. No cualquier mujer puede ser una buena madre o gestar bien una vida humana que una vez identificada en el vientre de una mujer existe y debe tener listo todo lo que necesite. Desde su vestimenta, casa, alimentos y compañía para crecer adecuadamente y sin ninguna amenaza a su cuerpo o mente que tiene cómo las del mundo es tiempo para  asimilar responsabilidades y cumplirlas cómo espera la demanda de las mismas. 

En Paraguay, dos niñas de entre 10 y 14 años dan a luz cada día. Esto coloca al país como el segundo con las tasas más altas de embarazos en esta franja etaria en el cono sur. Algo no está bien en la mente del responsable de embarazar a una niña o la sociedad cómplice de estos hechos por no denunciar al hombre, la familia o comunidad que debemos cuidar la integridad y vida de nuestros niños y mayores de edad que son cómo cualquiera en el mundo  vulnerables a lo que amenace nuestra integridad y vida